En Sueño Profético hablaban del sufrimiento y de la
alegría, de lo que sufrió la Madre de Dios Virgen, que después de ver al Hijo
matado, a pocos vio llorando cuando sus Pies y sus Manos los clavos los
traspasaron. Traspasaron una Carne Viva, de la que brotaba Sangre en la Frente
por los pinchos que la corona tenía.
Este sufrir, a la Virgen Madre, lágrimas en su cara
ponía.
Esto, si hacemos un pensar, lo comprendes y no quieres
pensarlo, porque entonces sufres más.
Dijo uno:
Igual que fue gran pena lo que Le hicieron, fue gran
alegría cuando vieron resucitar su Cuerpo y el sitio vacío quedó. Que muchos
fueron a verlo y el que menos creyó vio Poder de Dios.
Muchos Lo vieron cuando pasaron unos días, con su
mismo Cuerpo y con su mismo Mando. Y a pesar de los siglos, Lo sigue viendo el
que Él le hace Presencia con estas Palabras: “¿Ves mis Manos? ¿Ves mis Pies? ¡Si a Mí no Me pasa nada!”.
Estas Palabras las dice cuando de la Cruz se baja, en
un arrobo, donde hace Crucifixión en su Cuerpo como el hombre la hizo, para que
el Elegido vea Poder de Dios cuando está clavado en la Cruz.
Desperté, oí:
Nombraban en el arrobo a la Madre de Dios, Virgen y
Madre.
Decían que este sufrimiento que a Ella en sus brazos
le pusieron, no hay palabras para achicarlo.
Ya, haciendo aquí pensar, achicas tu sufrimiento y a
Dios vas a buscar.
Que puede que haga resurrección en lo que tú creías
que muerto estaba ya.
¡Son días tristes!
Pon alegría final en las Palabras que oyes en la
Gloria Celestial.
***
Libro 41 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo III - C7
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