En Sueño Profético decían:
Hay más que su ver y su actuación son así, como los ves, que lo que son no lo veas.
Viniendo un día con el Maestro de cumplir lo que el Padre le había encomendado, se paró el Maestro y nos dijo:
–Con que hayan conocido que sois mis Discípulos, ya glorificáis a mi Padre. No terminé de poner los pies en terrenos de Judea, cuando salieron a decirme: “Ya oímos tu Palabra en boca de tus Discípulos. ¡Bien enseñados están a tu obediencia! Predican el Amor y la Caridad, y son humildes como corderos”.
En los sitios que entraban les ofrecían que se sentaran a la mesa.
Dijo Matías: Llegamos al primer mesón y salió una mujer, y nos preguntó:
–¿Vosotros sois del Maestro?
Rápido dijo Andrés:
–¡Pero ninguno somos el Maestro!
Dijo esta mujer:
–¿Más caridad que vosotros hace?
Íbamos cinco, y a una voz contestamos:
–Él es Venero de Caridad y de Amor, y su Paciencia es la que Salva al pecador cuando quiere ser perdonado. Él quiere que nosotros estemos enseñados a retirar al hombre del pecado, para que cuando no tengamos Maestro, siga la misma Enseñanza.
Desperté, oí:
Si día tras día tú haces caridad y siempre estás en el Prójimo, en ti ven a Dios.
Si tu presentación es en presencia y en palabras como Dios lo tiene mandado, en ti ven a Dios.
Si tus palabras fueran siempre –sin momentos ni circunstancias– de Paz, en ti verían a Dios.
En el espíritu que Dios no arroba, la materia raras veces no tiene sus protestas, unas veces con razones ante el humano, y otras, diabólicas.
Al que Dios manda que hable en su Nombre y haga uso de su Palabra, éste siempre tiene Paz.
Esta Paz te sirve para que tú la lleves y la transmitas.
Dios da Paz. Y donde no hay Paz, no hay Dios.
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Libro 3 - La Palabra del Creador - Tomo I - C4
Que quien me mire,Te vea.
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