En Sueño Profético decían:
El que quiere saber de Dios, busca dónde Dios habla. Todo el que de Dios sabía, era porque buscaba dónde Dios estaría. Lo buscaban en el campo, en la sinagoga, en su casa y en casa de algunos gentiles.
A Dios Hombre, su mayor Gloria era decirle: “Vengo a conocerte”. Otros decían: ¿Tú eres el Dios Vivo? ¿Tú eres el Hijo del Hombre? ¿Tú eres el Mesías, del que tanto han hablado los Profetas? Todos estos nombres eran pronunciados por quien quería conocerlo y tenía ansias de oír las Palabras del Padre en Boca del Hijo, que esto era el Mismo Dios.
Un día, querían unos gentiles que les hablara el Maestro de su Reino, y habían decidido ir a buscarlo, y así lo hicieron. Cuando dieron con Él, estas palabras fueron las primeras:
–Venimos ya sabiendo quién eres, pero queremos oírte largas horas.
Dijo uno:
–Mi casa ya está preparada con cien asientos, para que todo el que quiera, te acompañe.
Se acercó el Maestro con la mitad de sus Discípulos –que era con los que iba–, y le dijo:
–Tú, no sólo me amas, sino que quieres que los demás también amen. Ya, desde este momento, todo el que entre en tu casa, sentirá que está Dios, y se llevará prodigios. Luego te buscará el que no me ama, y tratará de hacerte daño, pero de tu casa seguirán manando los prodigios hechos por mi Padre, por tú querer que oigan a su Hijo lo que el Padre dice en Él.
Desperté, oí:
Éste, no sólo buscó,
sino que su casa llenó.
Él preparó para cien,
y había otros tantos en pie.
Quería sacar varias jarras,
agasajar y a este Dios reverenciar.
De segundo en segundo se oía,
a pesar de aquel silencio:
“Maestro, pide si algo quisieras,
porque Tú eres el Dueño”.
Todos miraban contentos,
y aceptaban que el gentil
diera por Dueño al Maestro.
Si el gentil no llega a amar,
no se llena aquel local.
***
Libro 3 - La Palabra del Creador - Tomo I - C4
Amar a Dios es buscarlo y contagiar a los demás.
ResponderEliminar