miércoles, 13 de agosto de 2014

El hombre piensa al revés

En Sueño Profético decían:

Esta es la Gloria. Para venir Aquí, tienes que dejar el cuerpo ahí.

Para venir Aquí –cuando aún el hombre no ha enterrado la carne–, tiene que ser espíritu que Dios tiene Viviendo Aquí y que ahí deja para Enseñanza. Distinto de los demás que ahí viven, que si no aprenden a amar, Aquí mueren.

Esta Gloria, el que ya Vive, no pisa materia, va el espíritu pero sin materia.

El que Dios elige, viene Aquí sin materia, y luego vive vida normal de materia porque Dios hace que espere la materia sin protesta y sin movimientos normales. Esto es lo que el hombre desmiente sin causa justificada, haciendo un recinto de “noes” de un constante desafío a Dios.

Esta Gloria, cuando no es sólo para el espíritu arrobado, arroba y da explicación para que el hombre compare en la Visión que le hace y en el sentir que nota, cuando separa espíritu de materia, o cuando retorna el espíritu a su Sitio; Sitio que si el hombre lo estudiara, vería era Dios; carne viva que Dios deja muerta para cumplir su Misión; Misión que el hombre destruye y en cambio llama a este Dios; gallo que le canta al día sin saber por qué cantó. Tal vez ame a Dios el gallo que va despertando al hombre, para que empiece ya el día, abandonando la noche.

Desperté, oí:

Pues sí, que puede que el gallo
quiera hacer Servicio a Dios.

Es de tanta afirmación
decir: “Yo voy a la Gloria...”

Son palabras que al pensar,
pudieras volverte loca.

Esto no puede decir
aquel que vive la vida
que ya Dios manda de Aquí.

¿Has pensado, hombre de estudio,
lo que te podría venir?

Tan sólo con que quisieran
saber si Dios Vive Aquí,
te harían unas preguntas
sin repuestas para ti.

Pero al que Dios dice, “di”,
le explica de mil maneras,
para que tú digas, “sí”.

Debía el hombre pensar:
“Si el hombre se mueve algo,
es por dar Dios Caridad”.

El hombre piensa al revés,
creyendo que Dios se calla,
por Dios al hombre temer.


***

Libro 2 - Meditaciones y Palabras Directas con el Padre Eterno - Tomo II - Pag. 37-38-39

1 comentario:

  1. Acudimos al Poder de Dios cuando queremos que nos conceda lo que no podemos alcanzar, pero lo negamos cuando ese Poder nos compromete y deja al descubierto la realidad del ser humano.

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