En Sueño Profético
hablaba el tiempo
al joven y al viejo:
El tiempo no se cansaba
de repetir a lo viejo,
que enseñara a vivir
poniendo a Dios lo primero.
También le decía al joven
que no olvidara del viejo
lo que siempre estaba igual,
porque arreglo no da el Cielo.
El tiempo se sentía joven,
y otras veces era viejo,
según quien tenía delante
para servirle consejo.
Ya le dijo al más joven:
vuelve cabeza hacia atrás
y mírate en el espejo
del viejo que necesita
coger apoyo en sus manos
para abandonar la silla,
y su cabeza está bien,
pero palabras no riman,
porque de palabra en palabra,
temblor le da y suspira
y acaba con lagrimones
y olvida por dónde iba.
Ésos son ya los noventa,
que se pasaron aprisa,
y aunque todo lo ves viejo,
hace poco vivía su juventud,
y cogía los consejos
cuando era como tú,
de otro así de viejo.
Por eso lo ves Aquí
en el camino del Cielo.
Yo soy el tiempo,
que hablo sin ser joven,
sin ser viejo.
Digo las Leyes de Dios,
y nunca me pongo viejo,
porque todo lo de Dios
siempre tiene el mismo tiempo.
Es el aire o es el sol
el que lo pone más feo.
Pero el Tesoro de Dios,
que va dentro de lo feo,
cuando llega a esta Casa,
ya empieza vida sin viejo.
Desperté, oí:
¡Qué empaque y autoridad tiene
el personaje del tiempo!
¡Cómo le habla al joven,
dando la lección en el viejo!
¡Cómo te dice que Dios
deja en la Tierra lo viejo!
Este Mensaje te hace
que olvides la juventud
y que piense el ser bueno.
Que mires siempre al que fue joven,
aunque hoy lo veas viejo.
Que si es hombre de Dios,
tiene que dar los consejos
para que llegue la muerte
y entierren ahí lo viejo.
El joven que no es de Dios,
es viejo ya para el Cielo.
Lo viejo no entra en la Gloria,
tan sólo entra el espíritu,
que le pasa lo que al tiempo.
El tiempo no cuenta años
porque el tiempo es lo Eterno.
***
Libro 14 - Dios Manda en su Gloria que Enseñen - Tomo II - Pag. 28-29-30-31
La juventud y la vejez son estados de la materia y en tierra quedan, pero llevamos la eternidad en el espiritu y a el debemos todos los cuidados.
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