En Sueño Profético decían:
Las cosas que son de Dios tienen gran diferencia con las que son del hombre. Las cosas de Dios son sencillas, tan sencillas que al hombre le extraña que Dios se quede fuera, dándole Dios preferencia al hombre, que esta preferencia es la Libertad que Dios le deja. El hombre que tiene mando, no deja que el que no lo tiene, a él le mande. El hombre interpreta la sencillez como rebajar la cultura.
Dijo uno:
Dios bajó a la Tierra para enseñar a que el hombre viera a Dios entre el hombre, a que Lo conociera más por Amor, Amor que Él repartía al que su Amor quería, que este Amor se da en la Sencillez. Ya, en esta Sencillez, daba y recibía. Recibía al afligido y daba al que luego decía que no era Dios, al que más tarde iría a Pilatos a convencerlo de que había que Matarlo. Aquí fue cuando ya Lo trataron de vanidoso; aquí no entendían su Sencillez cuando decía: “Yo soy Dios Hijo. Yo vengo a juzgar a Vivos y muertos”; aquí fue donde quisieron ver el Dios y Dios no quiso. Todos pidieron milagros y Dios contestó con la Humildad y la Sencillez que Dios Padre mandaba: “El que Me pide Amor, en el Amor que mi Padre da en Mí, ya lleva al milagro”.
Dios se veía su Sencillez en sus Palabras y su trato.
Desperté, oí:
El hombre que a Dios no amó,
decía que Lo Mataron
repitiendo: “Yo soy Dios”.
Y Lo ponen en la Cruz,
como ponen al ladrón.
Vino repartiendo Paz,
vino repartiendo Amor,
y para el que fue en su busca,
le repartía el Perdón.
Si Grande fue la Enseñanza
que nos dio de Sencillez,
era más grande el Perdón
de aquel que buscaba a Él.
Que antes Lo había ofendido,
y Dios lo dejó ofender.
***
Libro 2 - Meditaciones y Palabras Directas con el Padre Eterno - Tomo II - C2
El Amor es hermano de la sencillez porque su ley es Prójimo y Dios ; el egoísmo es amigo de la vanidad porque antepone a uno mismo y aspira a una grandeza imaginaria.
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