En Sueño Profético decían:
La carga no pesa por el volumen que veas, y sí por peso que pese la carga.
Apareció un carro cargado de olivo y las ramas arrastraban. Apareció otro carro con cajas hasta el borde del carro, pero tenías que pararte y mirar para ver la carga. No salía nada del carro, y paso aprisa llevaba, porque el carrero trote al mulo le daba. No se ocupaba del peso, porque sabía que tiraba sin trabajo y sin esfuerzo. Pero no tiraba sólo el mulo, que le empujaba el carrero con sus ansias de llegar al sitio, dejar la carga, cobrar el dinero y dar al día el máximo esfuerzo para llevar a su casa lo que necesitaban dos hijos que tenía enfermos sin esperanza de que sanaran –por lo que decían los médicos–. Pero él cargaba el carro y trote al mulo le daba, y si el mulo renqueaba, decía mirando al Cielo: “¡Arre mulo!, que mi carga es más pesada aunque arriba voy subido, pero Dios va en mi compaña. Y ya, ¿quién dice que yo llevo más grande que tú mi carga?”.
Desperté, oí:
No se veía la carga,
ni en el carro ni al carrero.
Era Dios que no dejaba
sufrir solo al carrero.
Este hombre tenía Amor,
y Fe tenía en letreros.
Aquél que lo conocía,
siempre decía al verlo:
¡Cómo da tanto viajes,
aprisa y tan contento?
Él vivía en la confianza
de que Dios los pondría buenos.
Y con su Amor y su Fe
les llevaba el alimento.
La curación Dios la haría
porque Él tenía el remedio.
El carrero que llevaba
el carro de olivo lleno,
iba paso a paso el mulo,
y él vacío por dentro.
Le faltaba el confiar
en quien le quitara el peso.
***
Libro 14 - Dios Manda en su Gloria que Enseñen - Tomo II - C6
La Fe mueve montañas, aligera la carga y realiza el milagro. Quien tiene Fe disfruta del Poder de Dios.
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