En Sueño Profético referían hechos de la vida de Dios Hombre, de preguntas que Le hacían y de mandos que él daba, de cómo algunos Le servían y cómo Él les mandaba.
Mucho decía:
“Si pensáis que soy Dios Hombre, no haced comparaciones, ni escandalizaos de mi Mando. No decid “mañana”, porque el mañana puede no llegar, una vez que el mañana Yo lo guardo, como también guardo momento que el hombre cree que es suyo. Todo lo que veáis con vida, vive esperando mi Mando”.
Dijo uno:
Él mandaba al “poder hacer”. Él no mandaba, al que le faltaran las piernas, que corriera. Él mandaba al paralítico, si a Él le hacía falta, porque antes de que le llegara Mando, ya le había dicho Él: ¡anda!
Desperté, oí:
¡Qué meditación más buena,
del mañana, dice Dios!
Si el momento no es tuyo,
¿cómo pones la razón
para ser mañana tuyo?
Él, cuando decían “mañana”,
sabía que era un “no”
dicho con buenas palabras.
A éstos no daba Mando.
A veces ellos lo hacían
por lo que otros hablaran.
A Él le servían aquellos
que Le decían: “Maestro,
que el Mando ya no lo tengo,
que tu Mando ya lo he dado”.
No esperé descansar,
porque cuando lo pensé,
me había dejado el cansancio.
A Dios Le sirven
los que saben que es Dios
el que les está mandando.
El que lo hace con duda,
puede en el mando hacer daño.
Porque el mando de los hombres,
siempre se hace protestando.
***
Libro 15 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo III
Si fuéramos conscientes de que en el Mando está el Premio, no esperaríamos a mañana.
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