Me desperté serían las cuatro de la madrugada y no podía dormirme, y recé un rosario, y al pasar las cuentas, en cada una decía:
Quiero a Dios Padre.
Quiero a Dios Hijo.
Y quiero al Espíritu Santo
por toda la Eternidad.
Cuando terminé dije:
Voy a rezar una Salve a la Virgen. ¡Pero es tan larga y estoy tan cansada...!
Desperté, oí:
Pues di:
A Ti Primer Sagrario de Dios
y Reina de todas las madres,
ruega por los pecadores.
Estas Palabras son tuyas, como Pablo tiene las suyas.
***
Libro 1 - Meditaciones y Palabras Directas con el Padre Eterno - Tomo I - C3
En pocas palabras imploramos a la Madre de Dios, a la Madre que mejor conoce el sufrimiento de una madre,y a nuestra ayuda mas inmediata,puente entre la tierra y el Cielo.
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