En Sueño Profético hablaba Teresa de Ávila, y donde hablaba había más monjas que seglares. Explicaba y contaba todo lo que el hombre la calumnió, y la resistencia que encontraba cuando tenía que contar lo que Dios le decía y le hacía ver. Decía Teresa:
“Tuve martirio de palabras. Había quienes cuando yo pasaba, ellas la puerta cerraban, y muchas levantaban sus mantones y tocas y besaban el crucifijo, y decían estas palabras: “Señor, que los demonios de Teresa no se paren en mi alma”. Del convento yo me fui porque Dios quería que yo caminara para hablar fuera del claustro lo que a todos les hacía falta”.
Desperté, oí:
Es pena no conocer
las Palabras de tu Dios
o los demonios de Luzbel.
Coger y besar el Madero
donde estén clavados sus Pies,
para retirar Palabras
que vengan de Boca de él.
Y mientras, yo caminaba,
oyendo la Voz de Él,
y ya olvidaba aquello:
“Teresa, demonio es”.
Y mis oídos quedaban
sólo al servicio de Él.
Y me llevaba a su Gloria,
y me premiaba otra vez,
y me daba fortaleza
que nadie podía tener.
¡Si a este Dios tú conocieras
y vieras lo Grande que es,
cuando arroba tu espíritu
y Aquí te trae con Él!
Que si quisieras contar
esta Gloria cómo es,
te faltarían palabras
si no te las dice Él.
¡Ay Señor, no me dejes sola,
que sin Ti sola estaré!
TERESA DE ÁVILA
***
Libro 1 - Meditaciones y Palabras Directas con el Padre Eterno - Tomo I - C6
Duelen más la ofensas a Dios que a uno mismo y, siendo Él el objeto de la ofensa, consuela a quien le ama.
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