En Sueño Profético decían:
Le cuesta al hombre trabajo el perdonar, y no le cuesta trabajo el pecar.
Se preocupa el hombre por un pinchazo en su dedo, y no se preocupa del que le falta el brazo entero.
Ve la falta del amigo que no tiene mucha altura ni peso, y no piensa en la suya, que cansaría al brazo si tuviera que medirlo en altura, y que pocas balanzas su peso aguantarían.
Dijo uno:
Dios Hombre enseña primero Amor al Prójimo. Y en este Amor ya tú sabes: “esto es de Dios, y Dios quiere perdón con Amor”. Si este Amor va subiendo, tú entiendes lo que va de Dios. Y siendo todo lo mismo, tú conoces lo de Dios, porque Él te da el sentir de no quererlo enfadar.
Desperté, oí:
Lo de Dios es de Dios,
y nadie lo puede tapar.
El bien, hecho sin medida,
satisfacción te pondrá
para pensar en esta Vida.
Hacer el bien creyendo:
“no debo hacerlo”,
es no tener paladar.
Que en comiendo lo mismo,
da gusto malo, gusto bueno.
El bien que haces pensando:
“yo sé que Dios me está viendo”,
con poca comida que comas,
te notas gran alimento.
En el bien, hecho con Amor,
con la mirada en el Cielo,
tienes que sentir a Dios,
que llevas de Compañero.
Ya, con esta Compañía,
todo lo ves pasajero.
***
Libro 19 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo III - C7
Con el Prójimo,benevolencia. Con uno mismo,exigencia. Dios dará el ciento por uno.
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