En Sueño Profético vi mucha gente parada. Esto era en el campo. Y decían:
“Es que el Maestro viene hablando, y para que su Palabra sea más divulgada, predica en el campo. Hay veces que son tantos los oyentes, que inútil sería buscar local. Él le llama “ir sembrando la Palabra de mi Padre”.
Había gente que su cara tenía algo que no se puede explicar. Y decían: “Éstos son los Bienaventurados”.
Desperté, oí:
La predicación es la misión del Profeta. Si el Profeta calla, se queda sin Comunicación el hombre, de la Gloria de Dios.
Como esta Comunicación es Vida Eterna, esta Vida no puede faltar.
La Palabra de Dios hay que oírla, pero no dejarla encerrada.
Este encierro nadie lo puede hacer mejor que el Dueño del corral.
Dios, cuando habla, es para que calle el hombre, y no para que el hombre Lo mande callar.
Ya, diciendo que no se diga que Dios habla, se ven las ganas que tienen de oír a este Inmenso Dios.
No hay hambre sin querer comida.
Y sí puedes tener comida y no tener hambre.
Aquí sobra la comida y hace falta el hambre.
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Libro 13 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo II - C2
A veces,teniendo comida no sentimos hambre pero también hay quien siente hambre cuando descubre la comida. Por eso hay que compartir la Enseñanza.
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