En Sueño Profético decían:
Hay quien dice que ama a Dios,
y en olvido tiene al Prójimo.
Hay quien dice “yo amo a Dios”,
y sus Palabras no cumple.
Hay quien dice “yo amo a Dios
y Dios a mí no me oye”.
El que diga estas palabras,
el Amor a Él, desconoce.
Dijo uno:
El que ama a Dios,
a todo le ve el arreglo.
El “no”, le pone al pecado.
Y el “sí”, siempre va diciendo.
Al Prójimo lleva a cuestas,
y su Prójimo es el Cielo;
que tan sólo con mirarlo,
ya la ayuda va sintiendo.
Ya, al no cumplir sus Palabras,
no existe Amor al Cielo.
El Amor de Dios se pasa
de lo dicho en el Evangelio,
para aquel que a Dios no ama.
El que diga “yo amo a Dios
y Dios me ha vuelto la espalda”,
está ofendiendo y no ama.
Desperté, oí:
No hay palabras más fuertes,
si tú quieres que todos oigan
que tú amas a Dios,
que cumplir sus Palabras
sin pedirle cuentas.
Que a nada le veas trabajo
cuando sepas que a Él alegras.
Que te horrorice el pecado
que el demonio te presenta.
Que en el Prójimo te santigües
porque Dios allí espera.
Esto es amar a Dios,
porque el Amor ya supera
la importancia
de todo Lo de la Tierra.
Dios quiere, pero no obliga
a que su Amor todos sientan.
Y ya siguen sin trabajo
el Camino que Aquí llega.
***
Libro 16 - Dios No Quiere, Permite - Tomo II - C6
Amar a Dios es amar al Prójimo. Servir a Dios es servir al Prójimo. Tener Fe en Dios es Confiar en su Poder y en su Presencia constante.
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