En Sueño Profético hablaban muchas personas que vivieron cuando vivió Dios de Hombre. Había hombres y mujeres contando, unos, cuando Lo vieron la primera vez, su impresión de alegría; y otros decían, que fue verlo y romper en llanto.
Dijo una mujer:
Yo estaba amasando el pan aquella mañana, cuando oí más ruido que de costumbre había en aquella calle, y la curiosidad me hizo limpiarme las manos y salir a la puerta, cuando vi a un grupo de hombres, pero yo no miraba nada más que a Uno, que aunque no hubiera querido detener la mirada, algo tenía aquel Hombre que a mí me decía: “Yo soy el Maestro, con la mirada de Dios Hombre. Yo soy Dios”. Esto yo lo leía en su mirada, y sin más detención me fui para Él con ansias de preguntarle, pero Él se paró y me adelantó sus Palabras diciendo: “Ya no ruegues más a mi Padre el conocerme, ni le digas a tu marido que prepare dos bestias, y aunque pierda jornal que no sufra, porque Dios se lo dará con creces. ¿A que ésto es el despertar y con este deseo te duermes?”.
Cuando yo oí su Voz, no quedé como yo creía, quedé como si el habla nunca hubiera tenido mi lengua. ¡Pensar que estaba oyendo lo que nadie pudo oír! Porque al dormirme, sí se lo decía a mi marido, pero al despertar, era dicho en silencio.
Desperté, oí:
El Amor de esta mujer,
de a Dios querer conocerlo,
es un Amor tan de Dios,
que a Dios llega su deseo.
En el pueblo que vivía,
era pueblo y no era pueblo.
Era un pueblo más bien chico,
apartado de otros pueblos.
“El pueblo de la familia”,
lo nombraban otros pueblos,
pero la gente que había
servía para dar ejemplo.
Cuando le dijo el marido:
“¡Ya tengo dos mulos buenos!”,
ella le da la respuesta
con un abrazo contento”.
“¡Hoy mismo Lo he conocido!
¡Ha visitado este pueblo!”.
El marido da respuesta
con la mirada en el Cielo:
“¡Estos mulos ya se dejan
para seguir al Maestro!”.
“¡Porque al pedirlos prestados,
el dueño me ha hecho dueño!”.
Ya vivió el matrimonio,
para seguir al Maestro.
Y a Dios Hombre Lo conocen
en el pueblo que no es pueblo.
Los pueblos grandes ya iban
visitando a este pueblo.
Sólo con un grande Amor,
se dio a conocer el pueblo.
***
Aquí el poder de Dios vió a la mujer su amor antes de ella se le acercara,como Anita tenía ese poder de Dios,muchas veces te daba respuesta antes de le preguntaras,ahí te rendias a ese poder divino.
ResponderEliminarDios no sólo da el ciento por uno, sino que por uno que ame, pueden convertirse otros cien.
ResponderEliminarSon mis preferidos los Hechos de Jesús que cuentan pasajes de personas que Lo amaban, y que Lo siguen amando toda la eternidad. Qué hermoso es reconocer a Dios y entregarte a Él.
ResponderEliminarCreo se llama Omnipresencia esta facultad de Dios
ResponderEliminarEn Anita Dios se manifestaba de esta manera muchas veces
El mensaje es una Maravilla de Maravillas
Bendito sea Dios