En Sueño Profético hablaban del cuido que el hombre le tiene a su cuerpo, y del desprecio tan grande y abandono que le tiene al espíritu. Decían:
Cuerpo bien cuidado: espíritu abandonado.
Si quieres tener a Dios contento, dale preferencia a tu espíritu y después a tu cuerpo. El cuerpo es el ramaje de un espíritu eterno, y por el cuido que le da el hombre, el cuerpo coge importancia, que es la perdición del hombre.
Si al cuerpo nada le niegas y le das todo lo que va pidiendo, haz un stop en tu acción y verás que no es cuerpo bueno. El cuerpo bueno es el que es mandado por un espíritu del Cielo. Que esto lo sabes tú cuando tu cuerpo está contento, quitando las exigencias que le exigen los espíritus que no son del Cielo.
Estos espíritus te roban la Paz y ya te ponen inquieto. Te hacen que no veas bien las Palabras que mandan del Cielo. Te ponen tantos obstáculos en esa vida tan corta, que ya no hay tiempo para nada. Es carretero en camino, él mismo poniendo obstáculos y él mismo teniendo que quitarlos. Que los pone sin tener que ponerlos, para que después le sirvan de ladrones para ir robándole el tiempo y que nunca llegue a tiempo, y esté siempre con coraje, sin Paz y de espaldas al Cielo.
Desperté, oí:
Pon el cuerpo como traje que tu espíritu tiene que llevar un tiempo.
Y mándale con dureza en lo que no sea bien hecho.
Cuando tenga una rotura, ésta que la cure el médico, pero que a Dios se lo pida.
Si el médico es de Dios, curará muchas roturas.
Porque Dios cura con su Mando.
Pero si no hay rotura, mándale a tu cuerpo sin compasión y que sea él el que te sirva.
No le hagas caso al cuerpo si te retira de Dios con los cuatro garabatos que el hombre inventó.
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Libro 29 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo IV - C3
Belllooooo... Me quedo en las filas de Dios!!!!!!!
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