En Sueño Profético se vio un salón grande y pocos asientos para lo grande que era.
Dijo uno:
En este salón se venía el Maestro a enseñar a los Discípulos y al que quería su Mando y su Enseñanza.
Un día, estando yo con los dueños de la casa y más que habían como yo esperando al Maestro para ir cundiendo sus Palabras, tuvimos horas de gozo y momentos de verdadero sufrimiento. Aquí cuento el hecho:
Entró el Maestro con los Discípulos y otros tantos que Lo seguían. Se pusieron de pie, y de momento se sentaron. Se acercaban las caras para hablar del Maestro estas palabras que nadie oía, pero el Maestro ya las había oído dentro de sus cuerpos: ¡Yo no Le dejo el asiento, porque luego Él lo da a otro, y para oírlo yo de pie, que Lo oigan los que con Él vienen!
Estas Palabras salieron de Dios Hombre:
“Si creéis que mi Padre me ha enviado para enseñaros, Pedidle a mi Padre en Mí que comprendáis mi Enseñanza. Si Yo pidiera para Mí, ya no sería Dios. Y si vosotros creéis quien soy, todo lo que Yo haga os dará miedo reformarlo, y ya no reformaréis. Lo que hagáis con el Prójimo, lo hacéis Conmigo, pero con un valor superable al que si a Mí, directamente, Me lo estuvierais haciendo, cuando sea lo que Yo quiero que hagáis. Si al entrar os ponéis de pie y todos Me dais el asiento, y Yo lo voy dando aunque Yo Me quede de pie, pensad que más Glorias habéis mandado a mi Padre, porque Él quiere que Yo enseñe a que os améis como Yo os amo. Si Yo, mi asiento doy a otros, os estoy diciendo que vosotros así tenéis que hacerlo”.
Desperté, oí:
Tenía más valor y tiene, darle a Dios si te pide para otro, que si es para Él.
Dar para Él, puede ser dado por muchos caminos.
Si Le das para que Él dé lo que tú Le das es porque crees firmemente y Lo amas sin medida ni tope.
Si Dios es Padre Único y Poderoso, quiere que les des primero a sus hijos, porque así ya Le estás dando a Él.
Él sabía el que necesitaba la silla por su carne enferma, por su espíritu o por sus grandes pecados.
Al darle el asiento, podían quedar curados.
La carne necesita el descanso.
El espíritu, por el Amor era curado.
¡Cómo podía Dios aceptar para Él y ver bien la negación en el Prójimo!
Negarle al Prójimo es negarle a Él.
Este hecho ocurrió, está aquí en el Cielo, pero escrito no quedó.
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Libro 23 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo IV - C4
Grandeza la de Dios,!!!
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