En Sueño Profético decían:
Hay quien ama tan poco a Dios, que peca viendo hacer el bien.
Hay quien entiende tan poco de cómo es Dios, que dice que Lo ama y desprecia lo que Él manda que haga.
Dijo uno:
Si se fuera haciendo un examen del que cumple los Mandamientos que Dios mandó, pocos “síes” se pondrían, si este examen lo hiciera Dios.
El Amor a Dios, el que verdaderamente Lo ama, con facilidad lo ejerce.
El que vive sus Mandamientos no puede ver mal hecho nada de lo que haga el que ama.
El que el bien lo vea mal, él no hace el bien.
El que no reverencie el Lugar que Dios habita, todas sus reverencias serán falsas.
No hay Lugar que Dios habite que, sin ver su Imagen, no veas su actuación.
Si Dios visita un Lugar, si tú amas, ves su Vivienda.
Dios no consentiría que un Lugar dijera: “He visto la Gloria” –siendo para enseñar–, sin ser arrobado, porque nunca sería la Enseñanza con Verdad de esta Gloria.
Dios, a su Vivienda, le pone el rótulo de la Acción Divina y la sella con su Constancia Eterna.
Todo el que a Dios ame, conocerá su Vivienda.
Desperté, oí:
¡Cómo te empieza el Mensaje, con el que ama, y no ama!
¡Qué cierto que pocos cumplen los Mandamientos de Dios!
Y también es cierto esto: el coraje que le toma el que no ama, al Instrumento.
Todo es falta de amar,
y viven sin conocerlo.
Todo es falta de hacer
lo que a éste le están viendo.
Todo es por desconocer
lo del Primer Mandamiento.
No peques viendo hacer bien,
que puedes ir al Infierno.
Si de los Diez Mandamientos,
no practicas el Primero,
¿cómo te van a creer
cuando digas: “Yo soy bueno”?
Practica el número uno,
y entonces pones el cero.
***
El primer Mandamiento es una pasión que se convierte en motor de la vida y que se desea contagiar.
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