En Sueño Profético decían:
“Yo quise buscar a Dios, y Dios salió en busca mía”.
Un día, cuando el sufrimiento ya no tenía cabida en mí –pues de tres hijos que tenía, el mayor a Dios no amaba; no amaba y a los dos menores, cuando veía que entraban en la Iglesia, los sacaba. Este mayor tenía veinte años y, los otros dos, catorce y trece. El padre murió cuando el pequeño no contaba aún dos años. Yo trabajaba en el campo, y así ganaba para ellos. Pero este hijo mayor me dio muchos sufrimientos. Yo no quería olvidar lo que el padre murió diciendo: “¡Que cuidéis de vuestra madre, que por ella voy al Cielo!”. Y es que siempre estaba en ruego, en su larga enfermedad, para que yo no culpara, a este Dios, de su mal. Mis ruegos, a Dios llegaron, y él me animaba a mí, y él tenía el daño. Cuando le daba el dolor, su rostro no lo decía, para que no sufriera yo. Todo es sufrir de muerte, cuando el sufrir es sufrir, pero ya lo de mi hijo, no era sufrir, era morir–. Una noche, aún no de noche, y cuando a mi casa venía, me emparejé con mi hijo, que contento y apenado venía: “Vengo contento por ti, y apenado por el tiempo que tanto te he hecho sufrir. He visto a Dios en la arboleda, y te lo voy a describir: “Venía yo por la carretera, y de pronto se quitaban los árboles, y en cada árbol quedaba un cirio. Viendo yo la luz arder, quise que tú también la vieras, y prendí este papel. Cual sería mi sorpresa, cuando el papel, quemado no estaba, y la arboleda estaba toda señalada, señalada y un camino que Dios se veía de espaldas.
Desperté, oí:
Madre e hijo besaban,
los dos con gran ansiedad,
el papel, la arboleda,
que esto era a Dios besar.
A Dios vio en la enfermedad,
porque a Dios amaba ya.
Para su hijo a Dios llamó,
y en la arboleda lo vio.
Lo vio y le llevó la prueba,
para que su madre la viera.
Los tres hijos entraban ya,
a la Iglesia, con la madre a rezar.
La madre mandó al padre al Cielo,
y el padre pidió por ellos.
***
Confiar en la oración es dar el primer paso por los que no creen o no aman.
ResponderEliminarNo hay sufrimiento mayor para el que ame a Dios que ver que alguien a quien quieres, y sobre todo si es tu misma carne como es tu marido o hijos esten retirados de Dios, ésto sólo lo puede quitar la Oración con el comportamiento que da el Amor a Dios.
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