En Sueño Profético decían:
No hay prueba más grande de demostrar a Dios que tú Lo amas, que no cogiendo la Libertad que Él te deja.
La Libertad está en contra del Amor Divino, Amor es prisión, prisión que tú te encarcelas, te encarcelas para aquél que hace uso de la Libertad que Dios deja.
Yo tenía Libertad
de esa que Dios a todos deja,
y no vivía yo a gusto,
y a Dios Le veía yo pena.
Cuando un día, de repente,
me dejé la Libertad
y en la Cárcel me metí,
y entonces Lo empecé a amar,
ya su Rostro sonreía
cuando me ponía a rezar.
A esto se llama Cárcel,
pero no es cárcel de encerrar.
Es una Cárcel que tú vives
de Amor y de Libertad;
de Amor, de fuego encendido,
que este fuego sin igual,
te obliga a que tú te encierres,
y luego esto es Libertad,
porque nadie te prohíbe
que tú no quieras amar.
En cambio, tú ya no vives
queriendo encarcelar
a todo el que haga uso
de la grande Libertad,
que Dios deja para el que quiera,
pudiéndote encarcelar.
Desperté, oí:
¡Qué pena será tan grande
para aquél que no disfrute
de las rejas de esta Cárcel!
Estas rejas, sin ser rejas,
te sujetan más que nadie,
te sujetan sin la fuerza,
porque fuerza Aquí no hay.
Pero hay un Amor lento,
que te lleva y que te trae
a lo hondo de esta Gloria.
Que después que de Aquí sales,
ya se te acabó lo lento,
y pregonas por los aires
la Grandeza de este Dios,
que sólo ve el que Aquí trae.
Yo, cuando me pongo a hablar
de mi Dios y de mi Gloria,
no me importa que me digan:
¡Teresa, aún sigue loca!
TERESA DE ÁVILA
***
Esta Cárcel nos hace libres.
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