miércoles, 25 de mayo de 2011

Martirios - Libro 9 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo I - Pag. 128-129-130


En Sueño Profético decían:

El hombre actúa siempre mal cuando el que Aquí Dios trae, no lo niega. Sería del agrado del hombre que cuando el Elegido se viera atacado por el que no ama, desmintiera el arrobo.

Esta pregunta la hacemos en la Gloria para todos los que pisen Tierra: ¿Es creer en la Gloria no aceptando nada que de esta Gloria vaya?

Dijo uno:

El hombre no cree nada que no tenga materia. Al hombre lo sacas de ese mundo que él ha convertido en un rompecabezas, y ya no cree en nada espiritual. Si el hombre creyera en el Sufrir de Dios y en su Poder, no le daba martirio al que Dios trae; si el hombre cree que Dios Padre manda, ¿cómo le iba a dar martirio a todos? El hombre debería de avergonzarse en vez de enorgullecerse cuando nombra a los mártires. La Crucifixión, según el hombre, hay que aceptarla porque Dios la quiso. Al que ama a Dios nunca le oirán estas palabras los fariseos: “Es que Dios quiso que Lo clavaran en el madero”. Decir estas palabras es quitarle culpabilidad al que mató al Salvador de los hombres; y éstos nunca pueden ser defendidos por el que a Dios ama. Dios deja que el hombre repita lo que hizo mal, por la eternidad que al hombre espera, por saber este Dios Dueño que hay que pasar la frontera del mal o bien que ahí hiciste, y que aquí hay que dar cuentas.

Desperté, oí:

No tiene el hombre disculpa al hacer sufrir, por querer que sufra Dios.

No puede poner arreglo en haber matado a Dios.

Los martirios que le dan al que Dios da su Palabra, son martirios que ahí quedan.

En cambio, el que los da, Aquí presenta la cuenta.

Es remordimiento grande, y a la vez grande vergüenza, decir que Dios quiso verse, y que para siempre se viera, clavado en un madero, que con orgullo presenta el que quiere quedar limpio y escondiendo su conciencia.

Todo el que dé martirio, en parte de Dios no entra.


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1 comentario:

  1. Queda mucho por aprender de las cosas de Dios.Él sigue enviando a quien nos enseñe pero, o nos tapamos los oídos, o le tapamos la boca.

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