En Sueño Profético decían:
El que mucho Ama le pone contento de que le hablen de Dios; El que no Ama le entristece, le aburre, le cansa, y acaba el comunicante por ser un estorbo ante éste.
Dijo uno:
Yo me sentaba a oír a Juan y a Tomás, y no tenía momento de irme cuando del Maestro nos hablaban.
Me contó Juan, que una noche, cuando estaban unas horas recostados, Pedro no podía dormir, y todo era mirar por la ventana y decir:
–La noche está clara y la luna sirve de lámpara para guiarnos. Yo emprendía la ruta sin este descanso.
Puso Pedro a más de la mitad de pie y Lucas dijo:
–Pedro, eres fuerte de espíritu, pero también eres fuerte de carne. Llevamos caminando trece horas y ¿aún quieres seguir?
Contestó Pedro:
–No quería decir el poco tiempo que nos queda de tener Maestro, y yo quiero ir a los sitios diciendo: “El Maestro me manda”.
No terminó de decir estas palabras y apareció el Maestro con tres mujeres, que éstas las conocían por estos nombres: Una siempre decía: “Vivo para defenderlo”, otra: “Vivo para seguirlo”; y la tercera decía: “Yo vivo para adorarlo”.
Dijo el Maestro:
–Pedro, Yo estoy siempre con vosotros: ahora y cuando vaya al Padre. Cuando prediquéis en mi Nombre, no os oirán a vosotros y me verán a Mí, esto el que sea de mi Padre.
Desperté, oí:
¿A quién le cansaban estas Palabras
y que le contaran estos hechos?
Si yo vivía las escenas
que a ellos les ocurrieron.
Las contaban sin perder
el Amor que a Él le tenían,
que ocurrió más de una vez
creer que lo veías.
Yo sentía repeluzno,
y no quería que callaran
hasta tenerlo acabado.
Me molestaba que el gallo
anunciara la madrugada,
cuando en vez de dormirme,
yo quería recordar.
Yo, discutir, no,
pero sí con gran firmeza
te puedo decir,
seguro que si te hablan de Aquí,
tú es que pierdes la cabeza,
de querer saber decir
lo mismo que a ti te cuentan.
Si amas a Dios ahí,
se te pasarán las horas
con el que vaya de Aquí.
Con el que vaya de Aquí,
que ahí le aguarda su carne,
que la carne no entra Aquí.
***
Nuestra felicidad completa está en Dios.Nada puede interesarnos más.
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