En Sueño Profético decían:
Dios premia al que sabe que su Premio quiere.
Dios se presenta donde ya Lo llaman con el cumplir de su Palabra.
Dios no prescinde del hombre porque quitaría Libertad.
Dijo uno:
Dios podría hablar, como hace con el Sol, para que lo vieran todos –El que quiere sol y el que quiere sombra–, pero ya quitaba la Libertad al hombre, y todos cogerían Sol aunque no quisieran los rayos.
Dios es Dios, y el hombre es el hombre. Dios: Amor para el que lo quiera, y Perdón para el que pecar no quiera.
Dios habla en uno, y a este uno le deja su Huella.
Si el hombre tiene deseo de Dios, ya buscará donde la Voz de Dios oiga, ya comparará el saber del hombre con el Saber de Dios; ya comparará el mando del hombre con el mandar de Dios.
El hombre manda con orgullo, con castigo. Dios no manda, Dios te ofrece su Mando. Si tú quieres, le sirves. Y si no quieres, Él no te manda como Dios, que es el único que podría mandar al espíritu se desprendiera de la materia y fuera al “sitio de los sin Dios”, sitio que existe cuando Dios hizo el mundo –Luzbel, príncipe de los demonios–. Aquí, se viene el hombre por sí sólo. Pero Dios podía con su Poder mandarlo cuando él aún no quisiera; Dios no hace de Dios cuando hay materia, deja su fecha y respeta su misma Palabra hasta que llega la muerte.
Desperté, oí:
¡Qué Mensaje de Dios y el hombre!
¡Cómo comparaba el Amor de Dios
con el mandar del hombre!
Que en el Amor ya va el Mando,
pero no mando del hombre.
Dios podía hablar al hombre,
sin hombre que repitiera,
porque oirían todos los hombres.
Pero tenía que quitar la Libertad
para aquél que no quisiera escuchar.
Dios no puede hablar a todos
como manda sol y sombra,
porque llenaba la Gloria
sin querer el hombre Gloria.
Dios espera en sus caminos,
que nunca el hombre sabrá.
Aquél que quiera este Amor,
ten fijo que a Dios verá.
Éste es Mando de Dios,
que manda con Libertad.
***
Dios no manda,ofrece su Mando; no obliga a que lo amemos, ofrece su Amor;no impone su Gloria,nos muestra el camino.Para nuestras relaciones humanas y divinas, es una gran lección.
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