En Sueño Profético decían:
El Espíritu de Dios baja a la Tierra y vive en el hombre. Dios puede vivir en cualquier hombre de éstos. Y me hizo ver un sitio con mucha gente. Había indios, negros, chinos, japoneses, latinos y varias mezclas. Esto lo iban explicando.
Estando todos éstos de rodillas apareció Dios Hijo, como si saliera de una nube que baja del cielo, y al llegar a aquel gentío, unos dos metros antes de tocar tierra, desapareció. Y una voz dijo:
Dios está siempre entre el hombre, pero ahora es que vive en el hombre. En el hombre que vive, sólo lo sabe Dios Padre, que es el que Lo envía. Una vez que empieza a actuar, ya Lo ve el hombre, porque Dios hace que el hombre Lo vea, con sus Prodigios y Sabiduría. Dios ha entrado su Espíritu en la carne del hombre para enseñar. El hombre verá que habla el hombre, pero que no habla la carne de aquel hombre, que habla Dios en cualquier hombre. Dios, de toda esta muchedumbre, ya sabía dónde el Padre Lo mandaba; ya había elegido sitio para hablarle a los pecadores y premiar a los justos.
Desperté, oí:
Aquí ve el hombre que Dios no habla sólo para el pecador, ni sólo para el justo.
Dios habla a los pecadores y quiere que, los enseñen a no pecar, los justos.
Dios habla a los justos porque hay pecadores.
Dios, cuando habla, tiene que oírlo el justo y el pecador que quiera salvarse.
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Nos trata como un padre.Busca a los que más lo necesitan,y espera la ayuda entre hermanos.
ResponderEliminarDIOS habla para todo el mundo, hay muchas religiones.
ResponderEliminar"PERO UN SOLO DIOS"
Como explica el mensaje cuando Dios vive en el hombre como es el caso de Anita y que gracias a este Profeta Dios estaba entre nosotros, y estos mensajes son el reflejo de su presencia.
ResponderEliminarQué frase más maravillosa: "...Dios está siempre entre el hombre, pero ahora es que vive en el hombre"
ResponderEliminarQué suerte hemos tenido de vivir ese "Ahora". Los que la quisimos veíamos a Dios, no veíamos a una mujer. Y el que no la quiso también le veía algo.
A Dios siempre le verá el hombre, algo que lo descata del resto de los hombres.