miércoles, 6 de abril de 2011

El que pega, a Mí me está pegando - Libro 2 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo II - Pag.230-231-232


En Sueño Profético decían:

La injusticia hace que Dios premie la justicia.

La humildad destrona a la fantasía.

La tempestad y el alboroto le empujan a que se presente la calma.

La lluvia le quita bríos a la polvareda.

Dijo uno:

Hay quien se busca sufrir, por hacer que sufra otro.

Y hay quien dice quién es, sin que lo descubra aquel que sabe que está mintiendo.

Todas estas palabras tienen compañero, pues todas vienen del sitio que el Amor no conocieron.

La humildad y la calma son Dios en cualquier persona.

No podrás ver actuación de Dios en la injusticia.

Cualquier persona que tenga calma, temple y Palabras de Dios, dará Paz su presencia, porque esta presencia viene de Dios.

Dijo el Salvador de los hombres:

No podrá usar mi Paz el que vaya en mi contra. Al que sea mío, lo odiará la injusticia, porque la injusticia es la que roba mi Paz. Conservad la Paz y derrotaréis a la injusticia, porque mi Padre todo lo verá desde el Cielo cuando Yo ya no lo esté viendo. No es más valiente el que pega, que el que no devuelve el golpe. El que pega, a Mí me está pegando. Y el que no devuelve el golpe, a mi Padre está llamando. Ya responderá mi Padre a la hora de juzgarlo.

Desperté, oí:


La Paz y la calma,
descubren a la injusticia.

Dios Hombre dijo Palabras,
que no hace el hombre uso de ellas.

Dios despreció a la injusticia,
y la justicia avalaba.

Apartaba a endemoniados,
por la Paz no practicarla.

Descubrió a fariseos,
que se tapaban con capa.

Y premió a la justicia
que el hombre atropellaba.

Todo lo bueno es de Dios,
porque te da mucha calma.

Todo lo bueno es de Dios,
por la Paz que no se acaba.

Dios manda a la actuación
el nombre de las Palabras:

Donde se viva con Paz,
es mi Padre el que manda.

Porque la Paz no se queda,
donde la injusticia manda.



***

2 comentarios:

  1. La humildad y la calma engrandecen nuestros éxitos y suavizan nuestros fracasos. La Paz de Dios en la alegría y en el sufrimiento nos identifica como hijos suyos.

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  2. El hombre obliga a Dios a que premie la Justicia cuando la pisotea.

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