En Sueño Profético decían:
Éstos son pensamientos para que el hombre los piense:
Si el hombre pensara: ¿por qué a Dios, siendo Dios, Lo oyen pocos, y Él les habla a pocos? Si el hombre pensara esto, Dios les hablaría a más, porque habría menos malos y aumentarían los buenos.
Sería cosa de pensar,
sin prisa y a Dios amando:
¿por qué quiere publicar
el que Dios en él está hablando?
¿No puede que sea esto:
para que se vayan salvando?
¿Habrá cosa más sencilla,
más sedante y con más Amor,
que llegues a tener trato
con aquél que le habla Dios?
Si el hombre pensara esto,
él se quitaría razón,
porque no hay trato en la Tierra,
que no diga: “esto soy yo”;
y el que lo oye respeta,
dándole sitio mayor.
En cambio, el que Dios le habla,
si es “título” o pastor,
tiene que ponerse: “nada,
porque así Dios enseñó”.
Esto fue de lo primero
que el hombre a Dios le vio:
nacer entre gente humilde
y que Lo vieran crecer,
porque lo grande es más grande
cuando todo chico es.
La grandeza se demuestra
cuando el contacto es de Aquí,
que a nada ves importancia,
porque todo queda ahí.
Que piense el hombre, sin prisa,
y queriendo amar a Dios:
si el hombre tiene una Ley,
que sea mandada por Dios,
que donde Dios diga Sí,
el hombre diga que no.
Es pensamiento profundo
pensar sin prisa en la muerte,
y después verás Allí
lo que tanto hoy desmientes:
puede que Dios te presente
Lugar que vivió en la Tierra.
Desperté, oí:
Muchas veces Dios concede
que al quedar espíritu sólo,
tenga Visión del Lugar:
Al que ama, para premiarlo.
Al que ofende, para juzgarlo.
Todo es obra de Dios,
en espíritu, en carne,
en Visión, en Aparición,
en hablar Él en una carne.
El hombre debería pensar,
sin prisa y a Dios amando,
que no hay quien hable de Dios,
si Dios antes no le ha hablado.
¡Cuántos verán el Lugar,
cuando ya estén condenados!
Son pensamientos del Cielo,
que Dios manda que digamos.
Cuando el hombre ya los piense,
el hombre quedará pensando.
Pero que piense sin prisa,
para que no sea juzgado.
***
Los que tuvimos el privilegio de conocerla y tener amistad con ella, podemos dar testimonio de su humidad, era tan grande que se te olvidaba que era Dios quien manejaba su lengua y sus actos, era una mujer sencilla, con la misma sencillez te enseñaba a amar a Dios sin aspavientos, sin alardes de Profeta, siempre dando el sitio a todos, como si ella fuera una más de nosotros...
ResponderEliminarMapi hablas tan bien y das tanto en el clavo que me queo muerto,cierto que era como una más de nosotros,sin alardes de Profeta,y sencilla.
ResponderEliminarPensar sin prisa es reflexionar, corregirnos y tener siempre presente a Dios, para no ser juzgados.
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