En Sueño Profético hablaban de las equivocaciones que tiene el hombre y del trabajo que le cuesta el rectificar –esto, a sabiendas de que no estuvo bien hecho; y a sabiendas, vuelve a hacerlo igual–. El progreso del hombre, debía de ser su primera investigación: ir anulando todo lo que otros hicieron mal.
Dijo uno:
Hay Aquí, en esta Gloria, hombres que fueron tan justos, que murieron Santos, porque vida de Santos hicieron. Estos hombres tienen un historial hecho por el mismo hombre, que si el hombre lo leyera despacio y mirara al Cielo, no podría repetir el mal que otro que no amó hizo.
Ya, en lo material, peca el hombre que persigue el saber de otro hombre. Y cuando muere éste –que del saber él es el dueño–, el que lo persiguió, él se hace dueño y vive de este saber. Esto, en la Justicia de Dios, es pecado grave.
Pues pongamos en la Sabiduría Divina: maltratar, y después de muerta la materia, adorar. ¿Puede pensar el hombre que aquí no peca? Si esto lo leyera y su contestación fuera diciendo “no peco”, era doble pecado.
Otro dijo:
“Grandes tormentos me dio el hombre en mi vida con materia: estuve en cárcel amurallada; me hicieron cumplir condena, condena que no acabé mientras estuve con materia; querían que desmintiera que a esta Gloria no venía y ahí dejaba mi materia”.
Siempre nombrando a Dios Hijo, el tormento que Le dieron, y hoy reverencian ahí, los que tormento Le dieron.
Desperté, oí:
A pesar de tantos siglos,
de los martirios que el hombre
siempre le dio al Elegido,
hoy sigue la Historia sin cambios,
queriendo dar los martirios.
¿No ve el hombre del progreso,
que no va coger la fruta
y darle palos al dueño?
Todo lo que mal se hizo,
debe el hombre reconocerlo.
Nunca heredes el crimen,
por hacer crimen tu abuelo.
Hereda sus buenas obras,
y tendrás premio del Cielo.
Y cuando te hablen de Dios,
de la Muerte que Le dieron,
di que no sigan hablando,
que Gloria queda en silencio.
El hombre reformará
cuando Dios deje silencio.
***
Cuanto lucha el Cielo por que los hombres rectifiquemos el mal que hacemos a Dios, y Dios por lo mucho que nos ama, no deja de tener paciencia con nosotros. Cambiemos de una vez y no repitamos lo que el ser humano trae de herencia: maltratar los Santos y luego subirlos a los altares.
ResponderEliminarCada día podemos rectificar lo que cada cuál hace mal. Empecemos por ahí.
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