En Sueño Profético vi un arroyo, y una chiquilla guardaba unas cabras. Ésta se ponía algunas veces de rodillas, y con la vista al Cielo trataba que Dios la oyera para contarle sus penas, penas que nadie comprendería como no amara sin descanso a Dios.
Dijo una mujer:
Esta niña sufre un sufrir que no es conocido en niños de esta edad. Esta niña oye insultos hacia Dios de sus padres, y ella, mientras pastan las cabras, pide a Dios que sus padres amen al mismo que ella ama.
Estando esta mujer explicando esto, vino un niño –más chico que ella– con un buen rebaño de ovejas, y dijo la niña poniéndose la mano en los ojos:
“Muchos días viene, y con el Sol que trae, me quema. Cuando me quito la mano de los ojos, ya no lo veo; quiero ponerme de pie, y no puedo; y quiero gritar para que acudan otros pastores, y me quedo sin habla. Siempre me dice igual: “No cuentes esto en tu casa, pues no te dejarían venir, y tú tienes que ver este Sol para que en tu casa se quiten las tinieblas y se salven sus espíritus”. Yo ya quedo con mucha alegría, y cuando me recojo, ya estoy deseando venir otra vez, y mis cabras corren apisonando la hierba, haciendo que yo me canse”.
Desperté, oí:
La oración del niño puede
quitar a mayores que se condenen.
Ella miraba al Cielo
implorando protección,
y Él ya estaba allí.
Dios se le hacía visible
en forma que ella lo comprendiera.
Lo comprendiera
y pudiera explicarlo.
A ella le quemaba el Sol
que Él traía a su lado.
Que Él no traía Sol,
que el Sol era su contacto.
Esta niña hacía oración,
y Dios Niño y con rebaño
iba a juntarse con ella,
para darle su contacto,
que llevaría a los padres
en tinieblas y en pecado.
Los ruegos que el niño hace,
sirven siempre para los padres.
Es de más agrado a Dios,
que rueguen juntos los dos;
que los hijos nunca vean
a los padres de quimera,
de quimera en contra de Dios.
Padres e hijos en oración:
Dios rebaño y resplandor.
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La comunión entre padres e hijos es Amor.Si además oran juntos, es Gloria y contacto con Dios.
ResponderEliminarQué triste tiene que ser para los hijos unos padres que de Dios no quieran saber, no hay desgracia mayor que caer en esa casa.
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