En Sueño Profético decían:
Debería ver la vida del Elegido,
el que no lo cree,
para que creyera;
y el que lo cree,
para ayudarle hasta llegar al Calvario.
No sabes si el Sol calienta,
hasta que te has encontrado
al Sol en horas de fuerza
y sin la sombra de un árbol.
Por eso hay muchas cosas
que si no has visto o pasado,
no puedes hablar de ellas;
refieres lo que otro vio,
con verdad o con engaño.
Dijo uno:
El que lea estos Libros,
verá que el Dictado
y el vivir del Elegido
son brazos de un mismo cuerpo,
mandados.
El espíritu escribe
y el cuerpo lo va firmando.
Que la firma, es el hombre
el que al Elegido exige.
En amando, lees y firmas,
y cundes a grandes voces:
“Dios existe, Dios es Vivo”.
Dios no le teme al hombre
que cree que Le corta su camino.
Desperté, oí:
Entre despierta y dormida
oía Palabras,
y contestar no podía.
Y si ahora no las dictan,
perdidas se quedarían.
Fue despertar del arrobo
y decir lo que ella no podría.
Pues a la materia cansada
o alboroto de la Tierra,
le cuesta trabajo, no al espíritu.
El espíritu es la vida
que se encuentra con el cuerpo
que casi siempre domina
para ir en contra del Cielo.
Si el hombre creyera en Dios,
no podría hacer lo que hace.
Si no amaba, por temor,
bien tendría que portarse.
***
Libro 17 - Investigaciones a La Verdad - Tomo II - C2
Si la materia resiste el día a día del Elegido, es porque la habita un espíritu impregnado de Gloria.
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