En Sueño Profético decían:
Si al que nace no le enseñas la existencia de Dios y los caminos para llegar a su Gloria, llegará a hombre con instinto de animal, sin caridad y exponiendo razones para que el pecado vean normal.
Dijo uno:
Si el hombre hiciera una prueba, comprobaría esta verdad: estar una generación sin enseñar a los niños a hablar. Cuando éstos llegaran a hombres no sabrían hablar. Se entenderían gritando y ladrando, como hace el animal.
Ahora piensa: éstos mismos que nacen, que no vean andar. No hay que pensar mucho que utilizarían las manos por el suelo como hace el animal.
Pues esto es Enseñanza del espíritu: enseñar, al nacer, que la vida que trae el cuerpo tiene que volver al Sitio que no hay cuerpo, pero que hay Vida Eterna.
Que al salir de Aquí la vida, tú no pudiste hacer que saliera. Pero la entrada en la Gloria, Dios deja que tú la quieras.
Desperté, oí:
Tú la quieres cuando tu vida
vivió con ansiedad de volver.
Cuando cumpliste a Dios
lo que Dios no exige al hombre.
Cuando el maldito pecado
pudieron tus pies pisarlo
y tus manos retirarlo
con la mirada en el Cielo
y tus palabras alabando.
Culpaban en la Gloria al hombre
de que la maldad
acaparara a los niños
para cuando sean hombres.
Ponían comparaciones
con varias cosas distintas,
donde se da la Enseñanza.
El día amanece niño,
y cuando llega la noche
ha dejado la Enseñanza.
Para que el niño,
cuando llegue a hombre,
sepa los peligros
que la noche al mal le guarda.
***
Libro 20 - La Palabra del Creador - Tomo II - Capítulo 5
Enseñar al niño los caminos de Dios es la mejor vacuna para protegerlo durante su vida del mal del pecado.
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