En Sueño Profético decían:
Si la carne no muriera, el espíritu nunca volvería a su Dueño para vivir sólo Gloria.
Dios pudo hacer el mundo dejando la carne como objeto viejo, inservible, que con el transcurso de los miles de años se evaporara la carne como agua en charca, que queda en cieno y luego en nada, pero ya no era vivir dos en uno: espíritu y materia. Que el espíritu es el que deja a la materia por mando de Dios; que la materia ha vivido según el espíritu la ha llevado. Pues luego, este espíritu es el responsable de la vida que ha vivido la carne. Si la carne no muere, no hay Eternidad con Dios, porque el espíritu es eterno sin carne, que es lo que Dios mandó cuando permitió la carne.
Dijo uno:
El mundo, sin muerte de Dios, no tendría Gloria, porque la carne sin muerte, ni enfermedad, ni vejez que llegara, no apartaría el pecado, sería Infierno con llamas, por ser Infierno en materia. Esto, Dios, cuando hizo el mundo y formó ahí la Tierra, ¿cómo no lo iba a pensar Dios Poder, Dios Sabiduría, que del Cielo baja a Tierra? Baja en miles de formas, que ya el hombre le da nombre sin decir Dios. Él dice Naturaleza; él mira lo que él no hace y sabe que allí nadie llega; pero nunca nombra a Dios, ni dice: “esto es bajar Dios a la Tierra, esto es cuido de Dios”. Porque si el hombre cuidara, seguro que esto moriría, si quisiera darle el color o perfume que trascendiera, de los muchísimos que el hombre quiere imitar en la Tierra.
Desperté, oí:
Tiene que morir el hombre
para vivir Paz y Gloria.
Y dejar ahí la carne,
para que vaya enseñando a pensar:
“todos tendrán este fin”.
Tendrán, si tú no te cuentas
en dejar tu carne ahí.
Esto te viene el pensar
según te acuerdes de Aquí.
Hay quien lo acerca el dolor,
y llama el venir Aquí.
Esto ya es cuenta de Dios,
el momento de partir,
si tu llamada es de Dios.
Si es llamada con ofensa,
cuando te llegue la muerte,
cuenta que Dios no te lleva.
La muerte la puso Dios
para premiar al espíritu
de lo que en Tierra sufrió.
La muerte queda en la Tierra,
y el espíritu, con Dios.
Todo lo hecho del Cielo,
siempre será lo mejor.
***
Libro 11 - Te Habla el Profeta - Tomo II - Pag. 126-127-128
La muerte queda en la tierra, y la Vida con Dios.
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