En Sueño Profético hablaban del espíritu y la carne:
“Cuerpo temporal. Espíritu eterno. Cuerpo al que le das preferencia, y al espíritu desprecio. Cuerpo que hace presencia de lo que manda el espíritu”.
Hablaban de dos mandos, pero en un mismo cuerpo. Hablaban de la rapidez del espíritu y la lentitud del cuerpo. Decían:
Según haga la acción el cuerpo, ha sido el mando del espíritu.
Todo lo que es de Dios y por Dios lo haces, es obra buena y acción de ejemplo. Esto es mando de espíritu que a Dios contenta.
Todo lo que no sea hecho para Dios, di y piensa: “esto es mando de un espíritu que no es de Dios”. Este espíritu llega, con su mando, a retirarte de Dios.
Dijo uno:
El hombre cree que el cuerpo es el que manda. El hombre cree en todo lo material, vea o nunca haya visto ni jamás pueda ver.
Pero en lo que a él le deja la vida y al nacer le dijo: “Vida, vive en el cuerpo”, en este Dios, Poder y Mando, cree poco el hombre.
Desperté, oí:
Hace falta hablar del espíritu
como se habla del cuerpo.
Y lo mismo que se piensa en el mañana,
por si llegas a ser viejo,
pensar con muchas más ganas:
“esto no lo hago
porque el Cielo lo pierdo”.
Si piensas en la vejez,
que es fea, triste y corta,
¡cómo olvidarte de Dios,
que te regala la Gloria!
Si el hombre pensara esto,
preferiría al espíritu
y olvidaba lo del cuerpo.
El cuerpo tiene final,
el espíritu es eterno.
***
Libro 19 - Dios Manda En Su Gloria que Enseñen - Tomo III - Pag. 60-61-62
Pasamos la vida queriendo saber y solo una enseñanza es importante: la Vida es para el espiriru.
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