Y de momento me puse de rodillas con la vista hacia el suelo, y dije:
-¿Tú eres Dios?
Me contestó inclinando la Cabeza.
Con una mano sujetaba el Palomo, y con la otra decía: "Levántate, Levántate."
Yo le dije: Señor, no sé dirigirme a Ti, ni hablarte.
Y me dijo: "Tú háblame, que tú hablas muy bien, y yo sé cómo tú eres."
Me levanté y le pedí una cosa para que me creyeran.
Y me dijo: "Concedido lo tienes."
Le dije: Señor, ¿cómo me van a creer?
Y me contestó: "Ya lo dirán hombres de ciencia."
Le pregunté si podía decirlo.
Y me dijo: "Que Me ves, dilo. El milagro, no."
Continuará...
Me encanta esta sección.
ResponderEliminarLa conversacíon entre Dios y Ana me parece increible. Ana no sabe como dirigirse a Él. También le pide que le dé alguna prueba para que la gente le crea. Me parece tan inocente y a la vez tan sencilla.
¿Qué se puede decir ante tal grandeza?
Estoy segura de que estas Palabras pasarán a la historia y se contarán en la Iglesia tal como hoy se cuentan los pasajes del Evangelio.
Llama la atención la ternura de Dios ante la humildad de Ana.
ResponderEliminar"Tú háblame, que tú hablas muy bien, y yo sé cómo tú eres."
ResponderEliminarQué grande es Dios, qué Amor más grande tiene al hombre y al que Lo quiere qué Ternura. Cómo le dice al Profeta que ella habla muy bien, porque es el Amor del Profeta es el que Le habla a Dios.
Hola querida Cassidi, me alegra mucho verte de nuevo, echaba de menos tus comentarios, son muy buenos.
ResponderEliminarBueno... también los de todos los comentaristas, para mí somos una gran familia unida por el amor al Profeta.
Qué grandioso es poder leer las Palabras de Dios y saber que está Vivo, Ese es el Dios que Ana nos dió a conocer, con el que luego no puedes pasar un solo día sin acordarte, sin Rogarle que sin Él no quieres nada que la vida te de.
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