En Sueño Profético decían:
Cuando la carne enferma,
todos llaman a Dios.
Hay más de la mitad
que no se acordaron
hasta que enfermaron,
y ya, aquí, a Dios no dejaron.
La enfermedad es para todos.
La enfermedad es también
para el que no la quiera,
y tampoco puedes elegir la que quieras.
Sin muerte ni enfermedad,
Aquí no puedes llegar.
Si enfermedad no tenías,
mejor que no supieras
si tu hora llegaría.
¿"Pa" qué saberla querías?
Conocí a un poderoso
que buenos lamentos daba.
Pues había pasado su vida
en gritos y en amenazas.
Ya lo conocía el pueblo.
Cuando a alguien le mandaba,
le enseñaba las monedas
y con esto avasallaba
al que no tenía comida
ni rincón, ¡pero ni cama!
Quería comprar la ley,
y había veces que la compraba.
Pues llegó la enfermedad
cuando menos la esperaba.
Ésta le duró bastante,
y la muerte no llegaba.
No encontraba quien le diera
ni un momento de compaña.
Quería dar las monedas,
y nadie se las aceptaba;
quería comprar la ley,
las leyes que Dios no manda;
quería pagar a otro,
para que al prójimo amara;
quería comprar la Gloria,
por si la Gloria se encontraba.
Esto lo conocí yo,
y esto horrorizaba,
el ver el poco valor
que al dinero se encontraba.
Desperté, oí:
El creía que su dinero
le abriría puertas en el Cielo.
Como dinero tenía,
dinero en cantidad,
creía que pagando tendría
compaña día, noche y “madrugá”.
Las Leyes de Dios no se venden,
porque no hay vendedor,
porque nadie le pondría precio
a este Grande Inmenso Dios.
Él te recoge tu pago,
si tú pagas con Amor.
Porque el dinero no sirve
en el Camino de Dios.
Déjate un poco tu ira,
y piensa en la enfermedad,
en la muerte, en el que sufre,
y que algún día dirán:
¡Ya se ha muerto el poderoso,
y se dejó su caudal!
Vive pensando en la muerte,
que esa vida vives ya,
y si amas, nunca mueres,
porque vives Eternidad.
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En nuestra búsqueda de felicidad eterna confiamos en el dios dinero, que esclaviza porque ha sido creado por el hombre.
ResponderEliminar@ana Me gustan mucho tus comentarios en general, pero éste me ha impresionado. Tu síntesis de los Mensajes es magnífica.
ResponderEliminarLa enfermedad no hace distinciones, y el dinero muchas veces no sirve, ahí se acaba la sobervia del hombre.
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