En Sueño Profético me vi en un sitio grandioso, y estas fueron mis primeras palabras:
“Señor, ¿cómo decir yo esto para que lo crean?
Y dijo una voz:
Escribiendo el Dictado y publicando. El que lea estos Escritos, si ama a Dios, se unirá a esta Gloria. Y si dice que ama, por fuerza tiene que ver que este espíritu es traído Aquí, y enseñado sólo el espíritu, para volver a la materia y enseñarle lo que el hombre no quiere que aprenda.
Me notaba una fuerza grande, de dominio de gentes. Me explicaban y yo comprendía, y veía yo cómo explicarlo. Tenía yo que decir en la misma palabra: sí o no. Tan sólo dije: ¡Santo Cielo!
Presentaron un camino, y se andaba con firmeza, sin tener vibración, a pesar de tantos como caminaban. Estaba este camino en el aire, sin estar sujeto a nada. No vi el empiezo, y por mucho que anduvimos, no vi el final. No había carne ni telas, pero había personas, y en un trozo de dos metros no se podían contar. Se formó una inmensa bóveda, y sólo estaba el Padre Eterno, sin Carne también, y un espesor grande de ángeles, con sólo cabeza y alas. Repetían mucho: “¡Gloria de Dios! ¡Dios en la Gloria! ¡Mando Divino que al hombre asombra!”.
Aquí entra el espíritu que a Dios ama. Pero aunque mucho ame, entrar y volver a la materia contando de esta Gloria para enseñar, esto sólo Dios lo hace. Es Dios el que arroba el espíritu, y Dios es el mismo que mantiene la carne sin que el hombre la dé por muerta.
Desperté, oí:
¿Puede la carne decir
los síntomas de esta Gloria
cuando no ha vivido Aquí?
Y un cerebro perturbado,
¿puede esto describir?
¿Y vivir una materia
dando ejemplo ahí,
un día, una semana,
meses, años y hasta el fin?
Hasta el fin ahí en la Tierra,
y luego quedará Aquí,
al servicio de esta Gloria,
llevando Mensajes ahí.
El que a esto ponga duda,
fijo que no cree en Aquí.
***
Qué descripción de la Gloria nos presenta este Mensaje. Nos la imaginamos porque otros antes la vieron y hay muchas iglesias que tienen pinturas representando escenas de la Gloria, de ángeles, querubines..., pero qué maravilloso tiene que ser verla y volver a este mundo. Como le pasó a Ana.
ResponderEliminarSomos párvulos. Nuestra actitud sólo puede ser de admiración y adoración ante lo que Ana describe.
ResponderEliminar"...¡Santo Cielo!"
ResponderEliminarBendito sea el Señor que nos da sus Palabras a través del Profeta para recordarnos que nos quiere y que nos espera en su Reino Prometido.