En Sueño Profético me explicaban a mí para que yo explicara; hablaban del espíritu y hacían comparaciones con las cosas materiales; ponían valor a lo Eterno, y desvalorizaban lo que acaba antes que empieza.
Decían:
¡La prisa que el hombre le pone a la exigencia de la materia, y el dormir que le deja a las cosas del espíritu!
¡Las dificultades para todo lo de Dios, y con la facilidad que en lo difícil, –que el mismo hombre lo hace difícil–, otro hombre se lo hará fácil!
¡La valentía que el hombre pone cuando habla de la materia, y la cortedad que demuestra al conversar de lo sobrenatural!
¡Las dudas que el hombre tiene de la Existencia de Dios, y la reforma que el hombre quiere hacerle a Dios en sus Palabras y en sus Actuaciones, vistas en el Elegido!
Dijo uno:
Todo es falta de seguridad que Dios vive en Espíritu. Dios es presente en todo y habla por el hombre. Dios vive en Espíritu y forma Cuerpo cuando Dios Padre quiere que a Dios Padre vean en Materia. Su Espíritu es Poder de Fuerza, sin peso y sin movimiento a la vista del hombre, y Comunicado visible a la vista del Elegido. Dios, Poder de Amor que anula al mal. Dios, Justicia que no hace por esperar al hombre que deje su pecar. Dios que el hombre esconde a sabiendas que hay Dios.
Si el hombre tuviera hambre de Dios, la necesidad de esta hambre, Lo buscaba. Esta última frase “hambre de Dios”, es para repetirla y que la piense el hombre. El hambre, busca hasta saciarse –esto en lo material–. En lo Divino, buscarás, encontrarás, nunca te saciarás de Dios, y nunca tendrás hambre porque Dios sabe dar tu medida.
Desperté, oí:
Cada dictado que quede en el Libro, para el hombre es un arrobo que Dios hizo, a la vista del hombre.
¡Qué comparaciones ponen de lo Eterno y de lo que no llega a nada!
¡Cómo te describe al hombre que cobarde aquí se queda!
Aquí, en dar la firmeza que Dios vive en la materia.
¿Por qué no se estudia el hombre en el no o en el sí que deja?
¿Por qué no piensa en la muerte, que es raro que no le llegue?
¿Por qué no piensa diciendo: “Si al mundo quiero engañar, se fijo que Dios me está viendo”?
¿Por qué no piensa en mañana, que tendrá que presentarse cuando del mundo se vaya?
¿Y piensa: “Ya me dejé los honores que me daban, que otro viene detrás pidiendo que yo me vaya”?
En cambio, lo que a Dios di, Él me lo tiene guardado.
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Todos tenemos hambre de Dios porque es nuestro principio y fin. Quien no quiere reconocerlo se engañará llamándolo felicidad.
ResponderEliminarLos hombres tienen sus prioridades, y entre ellas no está Dios. Muy muy pocos son los que entregan su vida a servir a Dios.
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