En Sueño Profético decían:
Dios manda –de mando–, permite y premia.
Si tú no amas ni crees, de esta Enseñanza te alejas. Te alejas a tal extremo, que quedas del Elegido como isla que se aparta, sin comprender esto dicho.
Dios tiene al Elegido en Intimidad y Mando, sabiendo que el Elegido tiene adoración a su Mando. El Permitir no lo piensa, porque sabe que Dios siempre permitió y permite.
El Elegido vive el Premio y el Mando, y del Permitir se olvida. Esto, si el hombre lo practicara, se acabarían los Elegidos.
Elegido en esta medida, hoy no hay ninguno.
Dijo uno:
Que empiece el hombre estudiando el Mando cómo lo hace. Luego, que pase la hoja, y verá la aceptación que al Permitir le hace. Ya, el Premio de cundir que Dios la trae a la Gloria, es incansable. Aunque el trato que le den sea sufrimiento grande, con más fuerza coge el día y con más ganas la noche.
Desperté, oí:
El Mando ya va con Dios,
y es recibido
con alegría bien grande.
El Permitir lo ve bien
porque piensa:
“Dios sabrá por qué
el permitir lo hace”.
El Premio te hace pensar:
“mayor premio no lo hay”.
Dios elige cuando adoras
viendo bien
todo lo que Dios hace.
Si el Permitir lo deja,
a ese “deja”
tú también tienes que adorarlo.
Ves lo que es el Elegido:
adorar a Dios y ver bien
todo lo que Él mande
o deje que el hombre haga.
Que esto ya es permitido.
Si no confías en Dios,
no adoras y no serás Elegido.
***
Libro 18 - Dios No Quiere, Permite - Tomo III - C2
La Confianza ya es Premio
ResponderEliminar