En Sueño Profético decían:
“No hay Resurrección, sin Muerte –dijo Jesús a sus Discípulos un día hablándoles de su Muerte–. Y no sabrán quién Me sigue, si guardáis silencio a mis Palabras. Si conmigo se acabara el sufrir de la carne, tampoco se conocería al que quisiera mi Gloria, porque mi Gloria viene después del sufrimiento de la materia. Que el sufrimiento de la carne intentará siempre desesperar al espíritu, para que os pongáis en mi contra. Coged estas Palabras como algo que crece y tenéis que ir soltando, porque más van naciendo. Pensad que Yo os estoy hablando así porque vivo el sufrimiento de la carne y soy Dios hecho Hombre. Yo ya sé lo que harán con mi Carne los que tienen el mando de Luzbel, al que Yo mandé al abismo para que quedara apartado de mi Gloria. Sin sufrimiento de carne no podréis comprenderme. Buscadme hoy a Mí. Y cuando a Mí no Me tengáis, llamad a mi Padre, que Todo es un mismo Dios”.
Desperté, oí:
¡Qué fuerza daban a la carne
las Palabras del Maestro!
¡Cómo quería que aprendiéramos,
que mientras que había carne,
tenían que haber sufrimientos!
Y cuanto más Lo seguías,
más entendías su “Diciendo”.
Porque el seguir a Él,
daba Caridad
a lo que movía tu cuerpo.
Si la carne no doliera
por dolor o sufrimiento,
nadie conocería la Gloria.
¡Es el paso de esa vida
el que te da el pasaporte
para que bajes o subas!
***
Libro 15 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo III - C4
Si como Jesús, en el sufrimiento,decimos¡ ABBA, PADRE!, también nuestro calvario culminará en Resurrección.
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