En Sueño Profético hablaban del sufrir y del sufrimiento. Decían:
Hay quien sufre por sufrir,
y hay quien sufre
porque tiene sufrimiento.
Hay quien sufre
y parece que no sufre
para aquel que no sabe
lo que es el sufrimiento.
Hay quien presenta un sufrir
sin que éste llegue adentro,
y hay quien no quiere que salga
el sufrir que lleva dentro.
Dijo uno:
Para llevar el sufrir
y poderle al sufrimiento,
tienes que creer en Dios.
Pero no basta el creer
si el Amor no está primero.
No es lo mismo el decir:
“yo Lo amo porque creo”,
que decir: “yo creo en Dios,
pero su Amor no lo quiero”.
A éste, cuando le llegue sufrir,
no podrá mirar al Cielo.
Que esta mirada te lleva
a pensar en el Madero,
y a ponerte de rodillas
y achicar tu sufrimiento,
de ver lo que el hombre hizo
porque le ofrecía su Reino.
Desperté, oí:
A más ames a Dios,
más le puedes al sufrimiento.
Hay quien coge el sufrimiento
como columna de mármol.
El que así coja el sufrir,
vive sufriendo y tirando.
Y en este tirar,
la columna va agrandando.
Que esta columna es la fuerza
de los espíritus malos.
Hay sufrimientos vividos,
grandes y con poco peso.
Éstos son los que a Dios sirven
para enseñar
a llevar el sufrimiento.
Pon clases para enseñar
a que lleven el sufrir
sin a Dios dejar de amar.
Pues el Amor ya te cambia
que la columna la muevas
como pluma, corcho o paja.
***
Libro 18 - Dios No Quiere, Permite - Tomo III - C4
Si el sufrimiento en Paz y Confianza de Jesús desembocó en Gloria, en nuestro sufrimiento no dejaremos de mirar a la Cruz de Quien nos precede en el camino hacia Dios.
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