En Sueño Profético hablaban del pecado: de ofrecerlo, de buscarlo y de aceptarlo. Pero es más difícil el rechazarlo, y más pecado el ofrecerlo.
Quien ofrece pecado no puede amar a Dios, porque a Dios va desafiando. El pecado mayor es hacer que más pequen. Esto es desafío a Dios. Esto es querer que abunde el pecador.
Dijo uno:
No es lo mismo caer
porque estaba allí la piedra,
que estar el camino llano
y tú fuiste a ponerla.
Que si tú piedra no pones,
nadie tropieza en la piedra.
No es el cañón el que mata,
es la bala que le entras.
Desperté, oí:
En este arrobo daban
gravedad en escala
al pecado y al pecador.
Hacían comparaciones
con caminos en sitios
difíciles o llanos.
En los llanos
que el hombre ponía el obstáculo
para decir “se ha caído”,
y ya hacía servicio al diablo.
Éste tiene servidores
que le van acarreando
para que vivan ahí
una vida de pecado.
No es lo mismo pecador,
que ofrecer el pecado.
Éstos se enfrentan a Dios,
y Dios tiene que apartarlos.
A unos los busca Dios,
y a otros los echa
con el nombre de diablos.
No tiene el mismo castigo
el pecador que pecó,
que el que lo llevó al pecado.
***
Libro 18 - Dios No Quiere, Permite - Tomo III - C4
Si provocar el pecado es un desafío a Dios, retirar del pecado es aliviar la sed de almas que Dios tiene.
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