En Sueño Profético decían:
No puede hablar de Dios nadie mejor que el que diga: “Dios me habla y me explica”.
Nosotros, cuando íbamos predicando, había quien sabía más que nosotros, pero en lo material; en los espiritual, sabía más el que más oía al Maestro y más lo amaba. Nos repetía:
“Aprended y llenaos, y una vez que os llenéis de la Palabra que me manda mi Padre, ya podréis ir a buscar a pecadores y retirarlos del pecado. En los sitios que vayáis, sed conocidos por humildes. Si os confundieran con el Maestro, me honrareis; ya esta Honra me la dio Otro. Si mis Palabras las cumplen y hacen copia de mis actos, verán a Dios”.
En nuestro caminar, repetíamos constantemente sus Palabras. Éstas nos daban Vida Eterna, que es la misma Eternidad que hoy tenemos.
Desperté, oí:
Todo lo que hagas que no sea para Dios, no es para nadie.
Todo lo que le hagas a la materia, es negativo:
Humo en el aire, gota de agua en el desierto;
pies que andan, que se cansan y no saben donde van.
Lo que por Dios haces, es el Prójimo el que lo recibe.
Por Dios lo haces, el Prójimo lo recibe, y Dios te lo paga.
Esta Paga tan segura que a todos Él le paga, la paga, para el que quiera recibir Gloria en Paga.
Si a Dios trabajas ahí, cobrarás la Paga Aquí.
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Libro 3 - La Palabra del Creador - Tomo I - C1
Dios es nuestro origen y nuestro destino. Cada acto y cada pensamiento que no vaya dirigido a Él, se desvanecerá en esta vida.
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