En Sueño Profético decían:
Aprende más el que quiere amar, que el que dice que ama.
Saliendo un día el Maestro de la sinagoga, se acercaron unos hombres y Le hicieron esta pregunta:
–¿No sé si debo dirigirme al mismo Hijo del Hombre o he debido de preguntar a uno de los Discípulos? Cuando ya quede la Tierra sin tus Pisadas, ¿qué haremos para no caer en el pecado? Esta pregunta es de nuestras mujeres. Ellas querían venir a peguntarla, y nosotros nos hemos adelantado para llevarles la respuesta.
Quiso uno de sus Discípulos decirle: “Maestro, mañana Tú me la das y yo la llevo, por tener la hora tan justa como antes has dicho”. Miró el Maestro al Discípulo y dijo:
–Tienes que tener Amor sin olvidar que soy Dios del Cielo. Pues si olvidas lo de Dios, no es Obediencia primero. Éstos hombres quieren amar, y en aprender son los primeros.
–Ya podéis ir tranquilos y vivir como estáis viviendo, que aunque mi cuerpo se vaya, quedan mis Palabras, y el que las practique, tiene contacto en el Cielo. No hay más verdad para no querer pecar, que decir: “pecar no quiero”.
Desperté, oí:
Luego se fue el Maestro diciendo: “Aprende más el que quiere amar, que el que dice que ama”.
Éstos Lo fueron a buscar
para ir a las mujeres
y quitarles su pesar.
Querían saber por Él,
cómo vivir sin pecar.
Tenían miedo después
a poderse condenar.
Estas palabras se oían
mucho en estas mujeres:
“La pena de condenarse
es por Dios, no por el hombre”.
¡Pensar en darle sufrir,
después de bajar a Tierra…!
¡Pensar que muera en la Cruz,
por no querer que Dios fuera…!
Estas mujeres amaban,
y sin duda aprendían
todo lo que Dios hablaba.
Había quien decía: “yo amo”,
y no aprendió su Enseñanza.
***
Libro 13 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo II - C3
Del Amor nos examina Dios. Somos aprendices sabiendo que nunca se ama bastante.
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