En Sueño Profético decían:
Buscar es amar. Donde no hay Amor, no hay interés. Y donde hay pecado, no pueden de Dios entender.
Dijo uno de los Discípulos de Jesús:
A nosotros mucho nos decía el Maestro estas Palabras: “Donde no hay Amor, no veréis interés. Y donde no amen a mi Padre, rechazarán mi Presencia. Id y hablad en mi Nombre lo que Yo os he enseñado. El que os cerrara la puerta por ser un potentado, su espíritu no está en contacto con el Mando de mi Padre. Al que le habléis del Hijo, seguro que va a buscarme, si antes creyó en mi Padre. No puedes creer en la Tierra negando la existencia de los mares, porque los mares y la Tierra son un mismo Poder de mi Padre”.
Cuando ya nos daba estas Palabras, cada uno partíamos por caminos diferentes, pero con las mismas Palabras esperábamos que Él dijera: “Hoy tú, Santiago, Juan o Felipe”; que Él fuera el que nos nombrara; pues por nosotros, era siempre que las telas de su vestimenta rozasen con las nuestras. Sus Palabras, con aquel empuje Divino, te daban vida. Cuando nombraba al Padre, cambiaba el Cielo. Se veía que era Dios sin que lo dijera el pueblo.
Cuando alguno nos decía:
Hoy he visto a tu Maestro,
y no sé que es lo que me ha entrado,
pero algo yo Le encuentro,
que si llego a estar cerca,
tengo que contarle el hecho.
¿Os pasa eso a vosotros?
Yo aún me siento
lo que me sentí a distancia,
hasta llegar a perderlo.
Por la “verea” lejana
se fue, desapareciendo,
pero yo Lo sentía más cerca,
y creo que Lo llevo dentro.
Cuando nos decían de Él,
ya nos notaban contento.
Desperté, oí:
Donde no hay Amor,
sobra querer conocer
las Palabras del Amado.
Éstas te sabrían mal
si te dieran el parón
para que tú las escucharas.
¡Qué Enseñanza da el Maestro
para que ellos enseñaran!
Este Mensaje es perdido
si en Gloria no se dictara.
¡Cómo habla del Amor este hombre
en tan mínimas palabras!
Se iba por la “verea”
y Lo sentía en su alma.
El Cuerpo lo veía lejos,
y el Amor se lo acercaba.
Cuando existe el Amor,
no se separa la montaña.
***
El Amor de Dios al hombre, atrae. El Amor del hombre a Dios debería empujar a aquéllos que no se dejan atraer por Él.
ResponderEliminarSus Palabras, con aquel empuje Divino, te daban vida.
ResponderEliminarEn esta frase queda perfectamente reflejado el sentir que nos llevábamos al oír el Mensaje en casa de Anita, bajábamos las escaleras con una alegría y una paz que no eran de esta tierra, yo estoy segura que recibíamos a Dios vivo con oír su Palabra y nos íbamos comulgados que no andábamos,volábamos!