En Sueño Profético decían:
El Amor a Dios no tiene palabras. El Amor, sus palabras son hechos. Nadie sabría del que a Dios ama si no lo dijera con hechos. De palabras se habla mucho del Amor a Dios. Todos pueden amar de palabras, de hechos pocos. De estos pocos son los que Dios elige; y no les agrada a los muchos que no aman, que Dios haga en éstos Vivienda para que comuniquen los espíritus de su Gloria sus Mensajes, su Enseñanza y su Visión de esta Gloria.
Dijo uno:
Si el que dice que ama, amara, defendía la Palabra de Dios cuando quisieran matarla, cuando Dios mandara un mandato diciendo a un espíritu que viviera con materia: “Publica que es un mando de mi Gloria, que mi Palabra quiero que el hombre la oiga dicha en mi Gloria y repitiendo el Instrumento”. Si esto, el hombre que ama no publica, este hombre no ama. El Amor lleva algo que al Amor descubre, y ya Amor con Amor se encuentran. No hay quien ame, y pudiendo demostrar el Amor, lo calle. No hay quien diga: “Quiero a Dios y de Dios no quiero que hablen”. No hay quien diga: “Vive Dios, pero Dios no le habla a nadie”. Esto es amar sin amar. Pues el Amor de verdad se busca hasta encontrarse. Una vez que ya lo sientes, tan sólo de Amor hablarte, conoces si es de Dios por las obras que aquí salen.
Desperté, oí:
Este Dictado empieza y termina
con estas mismas palabras:
Si no haces buenas obras,
tu amor no sirve de nada.
Tu no puedes decir “amo”,
retirándote del Amor.
Tú no puedes desear
saber de Gloria de Dios.
Si tienes este deseo,
que con firmeza lo crees,
buscas como siempre hubo,
al que Dios hablarle quiere.
No es extraño para el que ama
haber siempre quien Dios lleve
sin materia a su Gloria
al que Dios ve que a Él prefiere.
El Amor se va encontrando
con otro que Amor tiene
y obras va publicando.
Porque el Amor de Dios,
son obras y no palabras.
Si tú sientes este Amor,
conocerás sus Palabras.
***
Libro 8 - Dios No Quiere, Permite - Tomo I - Pag. 28-29-30
El Amor habla por sí mismo y se manifiesta en el Prójimo.
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