En Sueño Profético hablaban de varios temas:
Nombraban Teología y a hombres que decían saberla. Hablaban de la claridad que estos Mensajes le daban a la Teología que muchos no entendían ni comprendían y mayoría liaban los temas.
Estas Palabras, hoy dichas, son para decir: “Dios está diciendo”, y no oír sólo: “Dios dijo”.
Querer dar sepultura a esta Grandeza, que es el pie del Mundo espiritual y del mundo material, es querer que vaya el mundo como va: de cabeza.
Hablaban de la rapidez del espíritu, de cómo recogía esta Enseñanza. Y sin haber cuerpo, sabe luego preferir al que más a Dios ama, por decírselo el sentir, que ésta es la Enseñanza.
Dijo uno:
El espíritu es esponja que absorbe lo que Aquí, en Gloria, mandan. Y comunica a otro espíritu, y ya sabe reacción sin que oiga palabras.
Esto es Poder de Dios, Sabiduría sin palabras, atracción de lo Divino, que los espíritus ya se entienden sin palabras.
El espíritu que no desea el contacto que ya va de Aquí, lo ve duro y no domable. Que esto se lo hace Dios sentir, como también le hace escenas que se las guarda el espíritu para que no las conozca el hombre. Pero este “guardar” no es para el que Dios trae Aquí.
Este espíritu está enseñado a tocar fuego y no quemarse, a conocer al hombre que los defectos quiere quitarse. Éstos son a los que Dios quiere que más se busquen y más se les hable.
Desperté, oí:
El espíritu enseñado sin materia
tiene conocimiento en el sentir.
Se acerca o se retira,
sabe si el espíritu que le va a hablar
tiene humildad o rebeldía.
Esto, para conocerlo,
tienes que vivir con espíritus
que no tienen cuerpo,
porque ya les llegó el día
de que ahí los vieran muertos.
Pero Aquí sigue la Vida,
con más fuerza,
porque ya no hay cuerpo
que pueda morir o enfermar.
Que es la vida que no existe
para esta Eternidad.
Hay frases que se repiten
para hacer al hombre pensar.
Que si el cuerpo Aquí no sirve,
¡cómo servir lo demás!
El hombre tiene una lucha
con la vida material
que se ha olvidado del Cielo.
Y no piensa que de la materia
nunca será el hombre dueño.
Si el cuerpo Aquí no entra,
¡cómo entrar los dineros!
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Libro 20 - La Palabra del Creador - Tomo II - Pag. 5-6-7
Si nada perdura excepto el espíritu, nuestros afanes deben cambiar de rumbo y orientarse hacia la Vida que esperamos.
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