En Sueño Profético decían:
Si no enseñas, no aprenden. Y si no hablas, no entienden cómo es esta Enseñanza que recibe el que Aquí viene. ¡Que no viene, que Dios trae!
Se vio un niño de unos meses y habló el Mando de Dios en el Cielo:
Si a este niño se cuida en alimento, no se enseña a hablar ni jamás se pone en el suelo para enseñarlo a andar, este niño llega a viejo sin habla y sin sostener su cuerpo.
Pues así hay muchos hombres –pero no de cuerpo–, sin enseñarles del espíritu, por no enseñarles desde niños que la vida es un cuaderno, y tus hechos son dibujos que quedan en el cuaderno. Que ya no puedes borrar ni decir: “yo no los he hecho”. Porque el que va a examinar es el Dueño del cuaderno, que es la vida temporal.
Unas veces llega muerte cuando ya está lleno. Y otras veces, al empezar el cuaderno o llegando a la mitad. Pero más de un cuaderno jamás se puede llenar.
Desperté, oí:
¡Qué paciencia pone el hombre
en enseñar que el niño
se tenga en pie y eche el paso!
Pero aún es más paciencia
que diga estas dos letras
después de muchas semanas y meses:
“M”, “a”, juntas las dos.
No se cansan hasta que el niño
les da la pronunciación.
Y esto ya lo refieren los mayores
poniéndole la nota mayor
de listo e inteligente.
Pues, ¿por qué con lo de Dios
no hace el hombre lo mismo?
Y cuando llegue a mayor
siempre tendrá en su memoria:
“Esto es lo que quiere Dios,
que yo siga enseñando
lo que aprendí de niño:
¡Primero, amar a Dios!”.
***
Libro 19 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo III - Pag. 81-82-83
Enseñando al que no sabe, llenamos el cuaderno de la vida de quien enseña y de quien aprende.
ResponderEliminar