En Sueño Profético hablaban de la fuerza del espíritu del mal cuando actúa en espíritus que hacen el bien, pero que no están enseñados a cómo hay que actuar cuando el espíritu que no es de Dios se presenta haciéndote comprender que lo de él es lo verdadero y lo de Dios el engaño. Decían:
Te hace ver que lo dulce estaba amargo, y que un bien que te venía era un engaño. Te azota con las palabras donde tú el bien has dejado. Todo esto y mucho más hace el espíritu malo, para que tú ya no sigas y te sientas fracasado.
Si tienes esta Enseñanza, pones fuerza en el bien que vas a hacer. Y si ves una maraña, pronto ves de quién es, y Dios el Premio te manda.
Dijo un espíritu de Dios:
Haciendo el bien, dando al necesitado o quitando sufrimientos, piensa que inviertes capital de Dios, y Él te manda ganancias. Que éstas ya van creciendo con el bien que tú hagas.
Desperté, oí:
¡Que palabras más corrientes dice el hombre cuando no tiene en su espíritu
el Amor de Dios anclado!:
“Yo hice bien y recibí mal pago”.
“Cada uno que cargue con su cruz”.
“Si hizo mal, que no lo hubiera hecho”.
“Que Dios lo ampare”.
Y sigue andando con su risa por fuera y por dentro.
Éstos no Le sirven a Dios, porque con facilidad entran y salen en su cuerpo espíritus con mando en contra del Mando de Dios.
El bien, hecho con el bien, queriendo que llegue para contentar a Dios, lleva tal fuerza este bien, que lo deja todo sucio, aquello que de Dios no es.
El espíritu del mal, si quieres bien conocerlo, ponte al servicio de Dios en la alegría y en el sufrimiento.
Y ya andarás seguro en el bien que vayas haciendo.
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Libro 19 - Dios Manda en su Gloria que Enseñen - Tomo III - C6
Hacer el bien teniendo a Dios presente es escudo contra el mal, alegría que proporciona el Amor al Prójimo, Paz ante las dificultades y Confianza en el Premio Divino.
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