En Sueño Profético hablaban de buscar a Dios por Amor, o de buscarlo para pedirle lo que ya nadie te da. Son dos formas de pedir a Dios. Hay quien pide sin pedir, sabiendo que Dios es Dios, y por mucho que tú Le pidas, en Él no disminuye el dar.
La voz de Teresa se oye ya:
Es que pedir a Dios lo que en la Tierra ya no te dan, no es del agrado de Dios este pedir. Hay quien mientras el hombre le va saliendo al encuentro de su pedir, no pide a Dios del Cielo. A mí me extraña este pedir. Voy a aclarar la palabra de “pedir a Dios sin pedir”:
Esto es pedir diciendo:
Señor, ¿yo qué te voy a pedir
que Tú no sepas
lo que yo te iba a pedir?
Tú al hombre se lo das,
y el hombre me lo da a mí,
y ya depende del hombre,
y Dios te da sin pedir,
pero tienes que tener
siempre, siempre este pedir.
Yo era mi pedir a Dios
tan constante en el pedir,
que nunca moví mis labios
para pedirle que me hiciera
lo que el hombre ya imposible
le era el poder darlo.
Tiene que ser doble pena
dejar a Dios en olvido
hasta que sufrir te llega.
Tiene que ser doble pena
el no amar al que da todo.
Tiene que sentir vergüenza
el que llame a Dios del Cielo
cuando el hombre lo encarcela.
Desperté, oí:
Yo me extrañaba de aquel
que en el mal a Dios llamaba.
Yo me extrañaba del vivir,
a Dios siempre dándole la espalda.
Y cuando el hombre desprecia,
intenta darle la cara.
Aquí no existe Amor,
de ese Amor que sin palabras
Dios sabe que tú Le pides,
un pedir sin hacer falta.
Un pedir que no hace falta,
pero sin poder vivir
sin sentir este Sentir,
que da Paz y Confianza.
El que viva sin pedir
porque nada le haga falta,
que no le diga vivir.
Yo creo que el grande Amor
es un vivir sin palabras,
pidiendo a Dios que te dé,
y luego no pides nada.
¡Ay Señor, qué diría yo
que pidieran sin palabras!
TERESA DE ÁVILA
***
Libro 11 - Te Habla El Profeta - Tomo II - Pag. 110-111
Vivir con la Confianza puesta en Dios es recibir sin necesidad de pedir con palabras.
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