En Sueño Profético decían:
Si sabes amar, no sabes pecar. Y si ya has pecado, poco has amado. Y si ya no pecas más, es cuando amas de verdad.
Dijo uno:
Tú, Agustín, siempre hablas del pecado con ganas de quitar a más y más de pecar, y de que pudieran hacer daño a espíritus que ahí viven sin querer hacer pecados.
Este fue siempre mi afán,
el decir: Señor, no peco más,
y te prometo silencio
al tener que contestar,
cuando digan: Tú Agustín,
¿por santo quieres pasar?,
¿ya no recuerdas las veces
que has pecado
sin tener por qué pecar?
¡No me vengas con palabras
que risa me puedan dar!
Pues, pregúntale a las madres,
si podrían aguantar
lo que Mónica ha sufrido
por tanto a su hijo amar!
Esto lo decían al paso,
cuando yo iba a pasar,
y me aguantaba palabras
que podía contestar,
pero ya había prometido
silencio y no pecar más,
y dedicaba el silencio
para esta Gloria alabar.
¿Tú sabes lo que es pecar
y dejar ya de pecar,
y saber que Dios te tiene
en su Gran Intimidad?
Porque Aquí no tienes duda
cuando Lo oyes hablar,
y notas que tienes cuerpo,
pero tú allí no estás.
Esto es lo más difícil:
si tuviera que contar
que con cuerpo o sin cuerpo
Aquí vienes y ahí vas.
Desperté, oí:
Yo no podía olvidar
que fui grande pecador
y a Dios llamé de verdad.
Fui pecador y no amé
a este Dios que amo tanto,
que antes me amaba Él.
Tuve Perdón antes que Gloria,
pues la Gloria no pedía
porque a Él dentro tenía.
Si la Gloria no me da,
no Lo dejo yo de amar.
AGUSTÍN DE MÓNICA
***
Libro 1 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo I - C8
Quien reconoce que pecó, está más lejos del pecado que quien se considera libre de mal.
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