En Sueño Profético decían:
Si en el sufrimiento no te retiras de Dios, más lo achicas y más crece el Amor. Sufrimiento con Dios, vas dando enseñanza y más buscan a Dios.
Dijo uno:
Ver sufrir y seguir a Dios, siempre me hacía pensar: “Esta prueba, el que no la haya pasado, no sabe si quiere a Dios para ir de Él hablando”. Yo seguí a un campesino que tenía este sufrimiento que Aquí dictan:
Tres hijos tenía, el mayor con doce años, y los dos más chicos, uno diez y otro siete. La mujer se quedó ciega con fuego que a los ojos le llegó. Pues este caso hizo que yo me salvara del Infierno y Dios en la Gloria me entrara. Mi vida no era con mucho dinero, pero nada me hacía falta. Sólo tenía un hijo y le faltaba el habla. Pero él se defendía y nadie se lo notaba hasta que tenía que hablar con quien no lo conocía. El que lo conocía, con él dialogaba. Yo amargaba a mi mujer y hasta ofendía a Dios sin palabras. Cuando conocí a esta familia, que tenían unas tierras arrendadas de un pariente mío, era entrar en su casa y te daba una Paz que no podía contarla.
Estas palabras oías:
“Madre, mañana no madrugues, que yo ya tengo preparada la lumbre y la comida para guisarla”. La madre le contestó: “Hijo, si yo por la mañana veo mejor, y Dios me guía con mi bastón, que sabes que tu hermano es mi bastón”. Este era el de diez años, que no se retiraba de la madre cantando y riendo para alegrarla.
Desperté, oí:
A la Ermita que había cerca todos los días la llevaba.
Esto se cundió en el pueblo y la Ermita se llenaba.
Llegó el momento que sola el hijo la dejaba, porque decía “Si yo veo para defenderme”, y vista Dios le mandaba.
Fue la alegría tan grande y la paz hizo contagio en donde había sufrir y no sabían llevarlo.
Esta mujer quedó ciega, ceguera que todos veían por las quemaduras de su cara.
Las quemaduras quedaron, pero la vista volvió a sus ojos.
En esta casa no faltaba la Paz con estas palabras:
“Yo sé que volveré a ver, porque Dios oye mi Plegaria.
Y Le digo ¡Señor, quítame el bastón, que ya llevo 4 años, y que disfrute yo cuando lo vea ir a la Ermita a encender la vela por mi Curación!”
Esto que hacía el niño, llamaba la atención y a su madre se lo decían.
No hay Enseñanza mayor que veas sufrir y más quieran a Dios.
***
El primer paso para superar el sufrimiento es aceptarlo, siempre confiando en Dios.
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