En Sueño Profético decían:
El que tiene este contacto de Espíritu, no puede ver bien la mayoría de las actuaciones que hace el que el contacto no lo tiene.
Puedes hacer una copia pero antes que termines, ya te estás arrepintiendo, porque te viene el pensar: “Esto, a Dios, Le está ofendiendo, y Dios quiere humildad como corderos, y que des el perdón al que el mal te ha hecho”.
El que tiene este contacto, no puede vivir distancias, porque ya ve un mundo raro.
Dijo uno:
Yo seguía a Juan de Dios, y siendo un camino triste, alegrías daba yo a mi Espíritu. Al ver cómo lo recibían y él como se entregaba, no podías dudar de que Dios lo mandaba.
En los sitios que la enfermedad seguía, se les cambiaba la cara y su presencia querían.
A muchos les oí decir:
“Juan, tú no curas, pero yo cuando te veo, ya me creo que estoy bueno. Si hay otro peor que yo, ve a él primero”.
Juan sigue el dictado:
Vi a muchos enfermos en cama, y sus Espíritus contentos, porque a Dios llamaban, sin Ofenderlo: “Juan, pide por mí; que muera sin ofender a Dios como otros hacen, culpando a Dios, que ellos no merecen tener dolor. Que mi boca no diga esas palabras”.
Si al hombre, Dios le mandara la cuenta al morir, o en la enfermedad del desprecio, o al mal que a Dios ha hecho, ¡qué pocos entraban en su Reino!
Desperté, oí:
Te ayuda a vivir la vida, cuando tú te ofreces al Prójimo, cuando llegas a las camas y ves la carne con deforme, o sin notársele nada, pero que cura no tiene.
Yo pedía a Dios su Poder para que en mí lo dejara, y al llegar al enfermo, el nombre de Dios dijera con estas palabras:
¡Juan, se me ha quitado el dolor. Esto es Dios que a ti te manda!
Otras veces, cuando entraba y veía la cama vacía, en la puerta me esperaban:
“Juan, Dios ha dicho que me den el alta”.
¡Cómo pagarle a Dios que la vida me la deje hasta que mis hijos sean el chico como el mayor, con ocho años!
Ya, en los sitios que enfermedad había, pero miseria, mi ayuda retiraba, el nombre de Dios se oía con unas fuertes ganas:
“Señor ponme bueno, que yo siga a Juan, para quitar penas y dar alegrías”.
Cuando oía esto, me entraba pena con alegría.
JUAN DE DIOS
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Si los sacerdotes hicieran lo que hizo San Juan de Dios no estaría el mundo como está, habría muy pocos malos.
ResponderEliminarAnita también aliviaba al enfermo con su presencia, como San Juan de Dios.
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